Artículo de información

José Carlos Botto Cayo y Abel Marcial Oruna Rodríguez

10 de enero del 2025

La obra «París en el siglo XX» representa uno de los testimonios más significativos y sorprendentes de la literatura distópica temprana, donde Julio Verne abandona su característico optimismo tecnológico para adentrarse en una crítica mordaz de la sociedad industrial. Este manuscrito, redescubierto en 1989 dentro de una caja fuerte olvidada, revela una faceta desconocida del autor francés: su profunda preocupación por el impacto deshumanizador del progreso técnico y la mercantilización de la cultura. La obra, rechazada por su editor Pierre-Jules Hetzel por considerarla demasiado pesimista, permanecería oculta durante más de un siglo, emergiendo finalmente como un testimonio extraordinario de la capacidad predictiva y la agudeza crítica de Verne.

En este texto profético, Verne no solo anticipa desarrollos tecnológicos con asombrosa precisión, sino que construye una reflexión crítica sobre las consecuencias socioculturales de la industrialización desenfrenada. A través de la historia de Michel Dufrénoy, un joven poeta inadaptado en un mundo dominado por la técnica y el comercio, el autor construye una advertencia sobre los peligros de una sociedad que privilegia el cálculo sobre la creación, la eficiencia sobre la belleza. Esta narrativa distópica, escrita en 1863, emerge como un documento fundamental para comprender las tensiones entre el progreso material y el desarrollo espiritual que caracterizarían el siglo XX.

La mecanización del espíritu: transformación urbana y tecnológica

El París que Verne imagina para 1960 se presenta como una manifestación monumental del triunfo tecnológico, donde cada aspecto de la vida humana ha sido sometido a la racionalización y la automatización. La ciudad, con sus rascacielos de cristal y sus redes de transporte automatizado, emerge como un símbolo del aplastante dominio de la técnica sobre la creatividad humana. Esta transformación urbana no se limita a los aspectos físicos de la ciudad, sino que penetra en la propia psique de sus habitantes, convertidos en engranajes de una inmensa maquinaria social orientada hacia la productividad y la eficiencia (Arán, 2012).

La precisión con que Verne describe innovaciones tecnológicas como el «telégrafo fotográfico» (precursor del fax), las «calculadoras mecánicas» y las redes de comunicación global revela no solo su extraordinaria capacidad de anticipación, sino también su profunda comprensión de cómo estos avances técnicos transformarían fundamentalmente las relaciones humanas y la organización social. El autor describe con minucioso detalle un mundo donde la electricidad ha revolucionado cada aspecto de la vida cotidiana, desde la iluminación urbana hasta los sistemas de seguridad, anticipando con sorprendente exactitud desarrollos que tardarían décadas en materializarse (Arán, 2012).

La infraestructura urbana que Verne imagina refleja una sociedad obsesionada con la velocidad y la eficiencia. Los trenes automatizados que cruzan la ciudad, impulsados por una combinación de aire comprimido y electricidad, no solo representan un avance tecnológico, sino que simbolizan la subordinación del tiempo humano a los ritmos mecánicos de la producción industrial. Esta red de transporte, que anticipa con asombrosa precisión los sistemas de metro modernos, se convierte en una metáfora del control tecnológico sobre el movimiento y la libertad humana (Arán, 2012).

Las descripciones arquitectónicas y tecnológicas de Verne trascienden el mero ejercicio de especulación futurista para convertirse en una crítica penetrante de la modernidad industrial. Los edificios monumentales, las redes de comunicación omnipresentes y los sistemas automatizados que pueblan su París futuro no son celebrados como triunfos del ingenio humano, sino presentados como manifestaciones físicas de un orden social que ha sacrificado la humanidad en el altar del progreso técnico. Esta visión distópica del desarrollo urbano anticipa muchas de las críticas que posteriormente se harían a la planificación urbana modernista y su impacto en la vida comunitaria (Arán, 2012).

La educación mercantilizada: el triunfo del cálculo sobre el arte

La transformación del sistema educativo que Verne describe en su distopía parisina representa una de las críticas más agudas a la mercantilización del conocimiento. La Sociedad General de Crédito Instruccional, institución que centraliza toda la educación francesa, emerge como una manifestación perfecta de la industrialización del saber, donde el valor del conocimiento se mide exclusivamente en términos de su utilidad práctica y su potencial comercial. Esta corporatización de la educación, que Verne anticipa con notable precisión, refleja preocupaciones que resultarían proféticas sobre la subordinación del pensamiento humanístico a los imperativos del mercado (Rodríguez Yagüe, 2020).

El sistema educativo descrito en la novela privilegia absolutamente las ciencias aplicadas y las matemáticas, mientras relega las humanidades a una posición de irrelevancia casi total. La situación del protagonista Michel Dufrénoy, ridiculizado por su interés en la poesía y la literatura clásica, sirve como metáfora de la marginalización sistemática del pensamiento crítico y la expresión artística. Verne construye un retrato devastador de una sociedad donde «ya nadie leía, aunque todo el mundo sabía leer», capturando la paradoja de una alfabetización universal que coexiste con un empobrecimiento cultural profundo (Rodríguez Yagüe, 2020).

La descripción del funcionamiento interno de esta institución educativa revela los mecanismos mediante los cuales el conocimiento se transforma en mercancía. Los consejos de administración, compuestos exclusivamente por financieros y empresarios, sin presencia alguna de educadores o académicos, simbolizan la completa subordinación de los objetivos pedagógicos a los imperativos comerciales. Este detalle, aparentemente menor en la narrativa, anticipa con sorprendente precisión las tendencias contemporáneas hacia la corporatización de la educación superior (Rodríguez Yagüe, 2020).

Las consecuencias de esta transformación educativa se manifiestan en múltiples niveles de la sociedad que Verne imagina. Los graduados de esta institución, entrenados exclusivamente en habilidades técnicas y comerciales, emergen como arquetipos del nuevo ciudadano industrial: eficientes pero desprovistos de imaginación, competentes pero incapaces de cuestionar el orden establecido. Esta crítica de la educación tecnificada abre el camino para una reflexión más amplia sobre las consecuencias culturales de privilegiar la utilidad sobre el desarrollo integral del individuo (Rodríguez Yagüe, 2020).

El rechazo editorial: la visión pesimista silenciada

La relación entre Julio Verne y su editor Pierre-Jules Hetzel representa uno de los episodios más significativos en la historia de la literatura distópica del siglo XIX, manifestando las tensiones fundamentales entre la visión crítica de un autor y las expectativas comerciales de su tiempo. El manuscrito de «París en el siglo XX», presentado al editor tras el éxito de «Cinco semanas en globo», encontraría un rechazo tan contundente que relegaría la obra al olvido durante más de un siglo, privando al mundo literario de una de las críticas más agudas sobre los peligros de la modernidad industrial (Books, 2024).

La reacción de Hetzel, documentada en sus extensas anotaciones marginales y en una devastadora carta de rechazo fechada entre finales de 1863 y principios de 1864, revela una profunda preocupación por lo que consideraba un pesimismo excesivo y una falta de verosimilitud en las predicciones sociales. «Daría lo que fuese por no tener que escribirle hoy», comenzaba la misiva, antes de calificar la obra como «periodismo barato» y «cien pies por debajo de Cinco semanas en globo», estableciendo un tono que marcaría el destino del manuscrito (Books, 2024).

El análisis detallado que Hetzel realizó del texto se centraba particularmente en la caracterización de los personajes y la estructura narrativa, elementos que consideraba fundamentalmente defectuosos. Su crítica al protagonista Michel, a quien describía como un «pasmarote», y su rechazo a los diálogos, que encontraba artificiosos y poco convincentes, revelaban una incomprensión fundamental del propósito crítico de la obra. Más significativamente, el editor expresaba una profunda preocupación por la visión distópica de la sociedad futura, argumentando que «nadie creería hoy en su profecía» y sugiriendo al autor que esperara «veinte años para hacer este libro», en una irónica anticipación de la precisión profética que la obra demostraría tener (Books, 2024).

La consecuencia inmediata de este rechazo editorial fue la reorientación radical de la trayectoria literaria de Verne hacia una visión más optimista del progreso tecnológico, como evidenciarían sus posteriores «Viajes Extraordinarios». Esta autocensura impuesta, producto de la presión editorial y las expectativas comerciales, no solo privó al público decimonónico de una obra extraordinariamente presciente, sino que estableció un patrón en la producción literaria de Verne que solo se quebraría en sus últimas obras, cuando, liberado de las restricciones editoriales, volvería a explorar los aspectos más sombríos del progreso tecnológico (Books, 2024).

La muerte del arte: el destierro de la sensibilidad humana

La visión de Verne sobre el destino del arte en su París futurista representa una de las críticas más penetrantes a la deshumanización cultural producida por el triunfo absoluto de la racionalidad técnica. A través de las experiencias de Michel Dufrénoy, el autor construye un retrato devastador de una sociedad donde la expresión artística ha sido sistemáticamente marginada hasta el punto de convertirse en objeto de burla pública. La búsqueda desesperada del protagonista por encontrar obras de Victor Hugo, Balzac o Lamartine en las librerías de París revela no solo la pérdida del patrimonio cultural sino la transformación fundamental de los valores sociales que hacen posible la apreciación del arte (Alexandro, 2022).

El nuevo paradigma artístico que Verne describe con mordaz ironía refleja la completa subordinación de la sensibilidad estética a los imperativos de la eficiencia industrial. Las «Armonías Eléctricas», las «Meditaciones sobre el oxígeno» y el «Paralelogramo poético» ejemplifican la perversión del lenguaje poético, convertido en mero vehículo de celebración tecnológica. Esta transformación del arte no representa simplemente un cambio en las preferencias estéticas, sino la manifestación de una mutación profunda en la capacidad humana para experimentar y expresar emociones que transciendan la utilidad inmediata (Alexandro, 2022).

La descripción que Verne realiza del Gran Depósito Dramático, institución que ha industrializado la producción teatral reduciéndola a fórmulas mecanizadas, anticipa con sorprendente precisión la estandarización y comercialización de la producción cultural contemporánea. Este espacio distópico, donde el arte se produce mediante una división del trabajo similar a la de una fábrica, con especialistas en «situaciones cómicas», «efectos dramáticos» y «desenlaces», representa la muerte definitiva de la creatividad individual bajo el peso de la producción industrializada de entretenimiento (Alexandro, 2022).

Los intentos desesperados de Michel por preservar alguna forma de expresión artística auténtica en este mundo hostil a la sensibilidad se convierten en una metáfora poderosa de la resistencia humana frente a la deshumanización tecnológica. Sin embargo, la trayectoria del protagonista, que culmina en un colapso psicológico provocado por su incapacidad para encontrar un espacio para la expresión poética en la sociedad mecanizada, sugiere una advertencia profética sobre las consecuencias de sacrificar la dimensión espiritual de la existencia humana en aras del progreso material (Alexandro, 2022).

La vigencia profética: entre la distopía y la realidad contemporánea

La significación contemporánea de «París en el siglo XX» trasciende su mera capacidad predictiva para emerger como una reflexión fundamental sobre las tensiones entre progreso tecnológico y desarrollo humano. Como señala la crítica reciente, Verne no era el ingenuo promotor del optimismo tecnológico que la tradición ha querido presentarnos, sino un observador agudo de las contradicciones inherentes a la modernidad industrial. Su obra, lejos de ser una simple advertencia contra el progreso, constituye una meditación profunda sobre los costos culturales y espirituales de la racionalización extrema (Wolovelsky, 2023).

La relevancia de su visión distópica se hace particularmente evidente en nuestra era digital, donde muchas de sus predicciones más sombrías sobre la mercantilización del conocimiento y la marginación de las humanidades han encontrado una inquietante materialización. Como se evidencia en el análisis contemporáneo de su obra, el «pesimismo verniano» no representa una simple negación del progreso tecnológico, sino una advertencia sobre los peligros de subordinar toda la experiencia humana a los imperativos de la eficiencia técnica y la productividad económica (Wolovelsky, 2023).

La capacidad de Verne para anticipar no solo desarrollos tecnológicos específicos sino, más significativamente, las transformaciones socioculturales que estos provocarían, confirma la profundidad de su análisis crítico. Su descripción de una sociedad donde «nadie leía ya, cuando menos todo el mundo sabía leer» resuena con particular fuerza en nuestra época de alfabetización digital y empobrecimiento cultural sistemático, revelando la persistente actualidad de sus preocupaciones sobre el futuro de la cultura humanística (Wolovelsky, 2023).

El legado de «París en el siglo XX» radica precisamente en su capacidad para iluminar las contradicciones de nuestro presente tecnológico, donde la promesa de conexión universal coexiste con un creciente aislamiento social, y donde la democratización del conocimiento técnico se desarrolla paralelamente al declive de la reflexión crítica y la sensibilidad artística. En este sentido, la obra emerge no solo como un documento histórico de extraordinario valor profético, sino como un espejo crítico de nuestras propias ansiedades y dilemas culturales contemporáneos (Wolovelsky, 2023).

Referencias

Alexandro, J. (2022). Análisis de «París en el siglo XX»: La distopía olvidada de Julio Verne. Revista de Estudios Literarios y Culturales, 15(2), 45-62. Obtenido de Analisis de «Paris en el siglo XX»: https://www.academia.edu/24263412/Analisis_de_Paris_en_el_siglo_XX_

Arán, R. (1 de Mayo de 2012). Libros y literatura. Obtenido de París en el siglo XX: https://www.librosyliteratura.es/paris-en-el-siglo-xx.html

Books, L. (12 de Marzo de 2024). Lord Books. Obtenido de «París en el Siglo XX»: una visión distópica de Julio Verne: https://www.youtube.com/watch?v=nsb16kzZh8k

Rodríguez Yagüe, M. (21 de Junio de 2020). Cualia. Obtenido de «París en el siglo XX» (1863), de Julio Verne: https://cualia.es/paris-en-el-siglo-xx-1863-de-julio-verne/

Wolovelsky, E. (13 de Julio de 2023). Schole.isep. Obtenido de “París en el siglo XX”. La novela perdida de Julio Verne: https://schole.isep-cba.edu.ar/paris-en-el-siglo-xx-la-novela-perdida-de-julio-verne/