Artículo de información.

José Carlos Botto Cayo y Abel Marcial Oruna Rodríguez.

3 de julio del 2025

En una época en la que el cielo era todavía frontera y el espacio una fantasía reservada a los libros de aventuras, un joven arequipeño se atrevió a imaginar lo imposible: viajar más allá de la atmósfera terrestre impulsado por la fuerza controlada del fuego químico. Pedro Paulet Mostajo, nacido en 1874, no solo fue uno de los primeros en concebir el motor a propulsión de combustible líquido, sino también el creador de un diseño aeronáutico adelantado en décadas a su tiempo  Mientras Europa y América aún discutían sobre aeroplanos rudimentarios, él hablaba de cohetes, alas metálicas y desplazamientos verticales, conceptos que aún estaban lejos de la comprensión de la mayoría. Su nombre ha permanecido, por años, injustamente silenciado fuera de las fronteras peruanas, pero su legado vuelve con fuerza, como las ideas que nunca mueren.  (Montoya, 2001).

Hoy, a 150 años de su nacimiento, Pedro Paulet es reconocido internacionalmente como uno de los padres fundadores de la astronáutica moderna. Su genio no solo se reflejó en el laboratorio o en sus planos, sino también en su firme voluntad de educar, divulgar ciencia y construir un Perú capaz de mirar al cielo desde su propia soberanía técnica El mundo tardó décadas en ponerse a la altura de sus ideas, y solo recientemente ha comenzado a saldar la deuda histórica con este pionero que entendió, mucho antes que otros, que el futuro de la humanidad estaría ligado al dominio del espacio exterior.

Un hombre del sur con mente universal

Pedro Paulet nació en Arequipa, la ciudad de los volcanes, el 2 de julio de 1874. Desde niño fue conocido por su brillantez y disciplina. Estudió en el Colegio San Vicente de Paúl bajo la tutela de religiosos franceses, y allí leyó por primera vez a Julio Verne, quien lo marcó para siempre. Inspirado por De la Tierra a la Luna, Paulet empezó a formular preguntas que ningún otro joven latinoamericano de su tiempo se atrevía a hacerse: ¿cómo salir de la Tierra? ¿Era posible construir una máquina que se impulsara sin alas, sin hélices, solo con fuego? Así nació una vocación que lo acompañaría toda la vida. (Montoya, 2001).

Con una beca otorgada por el gobierno peruano, viajó a Francia para estudiar Ingeniería Química en La Sorbona. Allí combinó su talento técnico con una extraordinaria sensibilidad artística. Además de científico, fue periodista, caricaturista y diplomático. En París empezó a experimentar con motores cohete a combustible líquido, un concepto que no se haría realidad en Estados Unidos hasta la década de 1920. Paulet se adelantó al siglo XX, concibiendo en 1902 el «Avión Torpedo», una nave con propulsión reactiva que podía despegar verticalmente y cambiar de dirección en el aire. (Andina, 2024).

Sus años en Europa también lo llevaron a representar al Perú como cónsul en Bélgica, Francia, Japón y Argentina. En cada destino combinó la diplomacia con la investigación, y nunca dejó de divulgar ciencia ni de escribir sobre el porvenir de la tecnología. Volvió a Lima en 1905 para dirigir la Escuela de Artes y Oficios, convencido de que el desarrollo del país dependía de una educación técnica sólida. En el Perú promovió la enseñanza técnica como camino al progreso, y su tarea como educador fue tan determinante como sus experimentos con metales y combustibles. (Mejía Salvatierra, 2020).

Su figura comenzó a perfilarse como la de un sabio moderno: polifacético, tenaz, visionario. Nunca renunció a la idea de un Perú independiente tecnológicamente. Por eso escribió en periódicos, fundó revistas y propuso proyectos. Imaginó una industria aeronáutica nacional, cuando la aviación era apenas un murmullo. La ciencia, para Paulet, no era un juego de élite, sino una herramienta para dignificar a los pueblos. Con cada palabra y cada plano, iba levantando una patria más libre, menos dependiente de Europa o de Estados Unidos (Mejía Salvatierra, 2020).

El motor que encendió la era espacial

Lo que distingue a Paulet en la historia de la ciencia mundial no es solo su imaginación, sino la concreción técnica de sus ideas. Hacia 1899, había construido un prototipo de motor cohete de apenas 2.5 kilos de peso, capaz de generar un impulso de 90 kilos. A diferencia de los cohetes que usaban pólvora negra, el suyo usaba una mezcla de benceno y peróxidos, anticipando la fórmula básica que usarían décadas más tarde los ingenieros de la NASA. Este logro no fue anecdótico: sentó las bases para una nueva etapa en la ingeniería aeroespacial (Montoya, 2001).

Su diseño del «Avión Torpedo» no solo es notable por lo visionario, sino por lo específico. Paulet hablaba de velocidades, de estructuras aerodinámicas, de materiales como el acero vanadiado (Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú, 2024). Pensó en cabinas presurizadas, en sistemas de combustión interna para el ascenso y de desplazamiento horizontal para el vuelo atmosférico. En una era en la que apenas se soñaba con volar, él soñaba con despegar del planeta. La exactitud con la que definió cada parte de su nave, sin tener respaldo oficial o institucional, demuestra su genio (Mejía Salvatierra, 2020).

Mucho tiempo después, científicos como Hermann Oberth, Robert Goddard y Wernher von Braun reconocerían la importancia del invento de Paulet. Según fuentes recogidas por la Biblioteca Nacional del Perú y divulgadores como Modesto Montoya, Von Braun llegó a considerar el motor de Paulet como el primer intento serio de construir una máquina de propulsión líquida. Si la historia hubiese sido justa, Pedro Paulet ocuparía hoy el mismo pedestal que Tsiolkovski o Goddard. Su nombre, sin embargo, quedó en la penumbra por mucho tiempo, como suele ocurrir con los que se adelantan demasiado a su tiempo (Montoya, 2001).

Hoy sabemos que el motor que inventó Pedro Paulet podía haber cambiado el curso de la historia de la exploración espacial si hubiese sido desarrollado por gobiernos o industrias. Su avance fue ignorado por falta de comprensión, pero las ideas permanecieron. Hoy se sabe que su propuesta, si hubiera sido adoptada, habría adelantado por lo menos veinte años los viajes espaciales. Esa posibilidad refuerza aún más su lugar como pionero no solo del Perú, sino de la humanidad (Nacional del Perú, 2024).

Educación, divulgación y patria

Pedro Paulet entendió que la ciencia no era solo para los sabios encerrados en sus laboratorios, sino también para los pueblos. Fue un educador por vocación, y dirigió la Escuela de Artes y Oficios en Lima con el mismo entusiasmo con el que diseñaba naves espaciales. Allí promovió la enseñanza técnica, la experimentación, el trabajo con herramientas, la precisión de la ingeniería aplicada. Su labor como pedagogo fue tan relevante como su faceta de inventor (Montoya, 2001).

En su faceta como periodista científico, dirigió el diario El Peruano y la Ilustración Peruana. Desde esas tribunas defendió el valor de la modernización, alertó sobre la dependencia tecnológica, y exigió que el Perú no se conformara con importar conocimiento, sino que lo produjera. Era un hombre con el coraje de decir que el atraso no era un destino, sino una decisión política y social. Quería una nación ilustrada, capaz de pensar por sí misma (Paulet, 1935).

Paulet no soñó en soledad. Su propósito no era simplemente volar, sino hacerlo como peruano. Por eso su motor no tenía solo una dirección: apuntaba al cielo, pero también hacia dentro, hacia la conciencia de una nación capaz de pensar en grande. La educación, para él, era la clave de todo proceso de soberanía: técnica, económica, moral (Andina, 2024).

Por eso mismo, su vida también es una llamada de atención. ¿Qué país estamos construyendo si dejamos que nuestros sabios mueran en el anonimato? Paulet se entregó al Perú con generosidad y no pidió nada a cambio. Su mensaje, más vigente que nunca, es que el verdadero progreso no se impone: se educa. Y que cada escuela técnica, cada laboratorio, cada joven curioso, es una chispa del futuro (Montoya, 2001).

Reconocimiento tardío, pero eterno

El Perú ha empezado, con lentitud, a devolverle a Pedro Paulet el lugar que le corresponde. En 2021, su rostro fue incorporado al nuevo billete de 100 soles, junto con un cohete y una fórmula que honra su motor. En 2024, por el 150.º aniversario de su nacimiento, el Ministerio de Relaciones Exteriores organizó una exposición conmemorativa. Estos homenajes tienen un significado profundo: reconocen, finalmente, que la ciencia también forma parte de nuestra identidad nacional (Nacional del Perú, 2024).

En el extranjero, su nombre aparece en libros de historia de la ciencia. La propia NASA lo ha reconocido como «pionero de la propulsión líquida». Paulet está inscrito, aunque tarde, en la constelación de sabios que iniciaron el camino hacia las estrellas. El hecho de que hoy se le estudie en universidades del extranjero debería recordarnos que fue peruano, y que lo sigue siendo, aunque el mundo lo haya reconocido primero (Montoya, 2001).

Pero más allá del mármol o el papel moneda, el verdadero homenaje a Paulet será cada vez que un joven latinoamericano tome un lápiz y diseñe el futuro. Paulet no solo dejó planos e ideas: dejó fe. Su vida es un llamado constante a creer en el poder del conocimiento, en la dignidad del esfuerzo y en la responsabilidad de soñar para transformar (Montoya, 2001).

Pedro Paulet fue más que un inventor: fue un sembrador. Sembró ideas, esperanza, y una visión de país libre e innovador. Hoy, su memoria vuelve con fuerza, impulsando cohetes, claro está, pero sobre todo encendiendo mentes. Ese es el legado más potente, y también el más necesario (Andina, 2024).

Referencias

Andina. (2 de Julio de 2024). Andina. Obtenido de A 150 años del natalicio de Pedro Paulet, un peruano pionero de la era espacial : https://andina.pe/agencia/noticia-a-149-anos-del-natalicio-pedro-paulet-un-peruano-pionero-de-era-espacial-945914.aspx

Mejía Salvatierra, Á. (2020). Pedro Paulet, sabio multidisciplinario. . Universidad Católica San Pablo (Ed.), Persona y Cultura, número 14, 95–122.

Montoya, M. (2001). Pedro Paulet: El pionero olvidado. Lima: Fondo Editorial CONCYTEC.

Nacional del Perú, B. (2 de Julio de 2024). Biblioteca Nacional del Perú. Obtenido de BNP: se cumplen 150 años del nacimiento de Pedro Paulet : https://www.bnp.gob.pe/bnp-se-cumplen-150-anos-del-nacimiento-de-pedro-paulet/

Paulet, P. (1935). El Japón moderno y sus bases económicas. Paris: Imprenta Diplomática.