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José Carlos Botto Cayo

30 de mayo del 2025

Este poema que van a leer se llama “Ángeles”. Lo escribí en un momento en que necesitaba creer que aún hay algo que nos cuida, aunque no sepamos nombrarlo. No pienso en ángeles como figuras celestiales o dogmas religiosos. Pienso en presencias que llegan en los momentos más oscuros, cuando el alma está a punto de rendirse. A veces tienen forma de recuerdo, de abrazo, de alguien que ya no está pero que sigue acompañando en silencio.

“Ángeles” es mi forma de decir que lo sagrado también puede ser íntimo, cotidiano, humano. Que los milagros no siempre caen del cielo, sino que ocurren cuando logramos no olvidar, cuando seguimos creyendo en la ternura aunque todo parezca derrumbarse. Es un poema que no busca respuestas, sino compañía. Que camina al lado de quien ha perdido algo, pero todavía guarda una chispa de luz en la mirada.

Escribirlo fue como respirar dentro de un espacio suspendido. Cada verso me pedía cuidado, como si las palabras pudieran romperse si las forzaba. Hay dolor en el poema, pero también una esperanza que no grita. Solo se insinúa, como esos susurros que uno escucha cuando el mundo por fin se calla. Creo que la poesía, en ese estado de vulnerabilidad y belleza, puede ser una forma de invocación.

Así presento “Ángeles”: como un llamado a lo invisible. Como una plegaria sin religión, una voz que se lanza al vacío sabiendo que algo —o alguien— puede responder. Tal vez un lector. Tal vez un ángel. Tal vez uno mismo.

Angeles

Ángeles
José Carlos Botto Cayo

Alas que se despliegan,
corazones que nacen,
cuánto de alma,
cuánto de vida.

Unas alas de nube
nacen desde el aire,
esperanza silenciosa que llega
como un manantial.

Hombres y mujeres alados
se posan sobre las ventanas,
observando,
cuidando,
estudiando.

Hombres y mujeres ajenos al tiempo,
contemplando las vidas,
aconsejando las almas,
cambiando destinos perdidos.

Alas de pasión
viajando por el mundo,
buscando los viejos anhelos,
sobrevivientes a la creación.

Hombres y mujeres del tiempo,
sabios alados,
guardianes del libro de la vida,
curiosos ante la humanidad que cuidan.

Personajes de historias profanas,
perdidas en la imaginación,
raza de dioses ocultos
que renacen andróginos en el tiempo.

Alma de los caídos
que renacen con alas,
como el hermano perdido
en los tiempos dolorosos.

Seres alados del tiempo…

Fuente: Botto Cayo, J. C. (s.f.). Bottocayo. Obtenido de https://bottocayo.com/