Artículo de información

José Carlos Botto Cayo y Abel Marcial Oruna Rodríguez

23 de octubre 2025

El 20 de noviembre de 1985, el mundo conoció la primera versión de Windows, y con ella se inauguró una nueva manera de relacionarse con la tecnología. Hasta ese momento, la computadora era una máquina silenciosa que exigía saberes técnicos, un instrumento de comandos reservado a los iniciados. Windows apareció como un lenguaje visual de acceso y promesa: iconos, carpetas, sonidos y movimientos que hicieron del trabajo con la máquina una experiencia humana. Desde entonces, su evolución no ha sido solo un avance técnico, sino una narración colectiva del deseo de control y belleza en el ámbito digital (Infobae, 2022).

En estos cuarenta años, el sistema operativo de Microsoft ha sobrevivido a revoluciones tecnológicas, crisis legales y cambios culturales profundos. Ha acompañado la expansión de Internet, la caída de las torres gemelas, el nacimiento de las redes sociales y la irrupción de la inteligencia artificial. Cada versión fue una respuesta a su tiempo, un espejo de la civilización que aprendió a vivir entre pantallas. Windows no es solo un programa: es la metáfora más persistente del siglo XXI, una ventana literal y simbólica hacia la era digital (Microsoft, 2015).

El nacimiento de una idea gráfica

En 1985, Bill Gates presentó un entorno gráfico llamado Windows 1.0, construido sobre la estructura rígida de MS-DOS. Aquella primera versión apenas permitía ejecutar programas simultáneamente y abrir ventanas limitadas en color y tamaño. Pero su aparición representó una declaración cultural: la computadora podía ser usada por cualquiera que supiera mirar. Los menús desplegables y los íconos reemplazaron las líneas de código y, con ello, la informática dejó de ser dominio exclusivo de ingenieros para convertirse en herramienta ciudadana (Equipo editorial, 2023).

Durante los primeros años, la evolución fue lenta pero constante. Windows 2.0 incorporó soporte para procesadores Intel 286 y 386, mientras que Windows 3.0 (1990) consolidó el modelo de multitarea y añadió la estética del entorno gráfico que aún reconocemos. Ese salto fue decisivo: por primera vez, millones de usuarios comenzaron a identificar su experiencia digital con un escritorio, un fondo, una ventana. Lo visual sustituyó lo textual y nació una nueva alfabetización, la del cursor y el clic (Ansari, 2023).

En esos años, Microsoft comprendió que el poder tecnológico no se medía solo en velocidad, sino en permanencia. Apostó por la estandarización de interfaces y el control del software complementario, integrando procesadores de texto, hojas de cálculo y sistemas de comunicación. Esa estrategia permitió que Windows dejara de ser una simple interfaz y se convirtiera en un ecosistema. Fue la semilla del monopolio, pero también del hábito: el ordenador del hogar y el de la oficina hablaban el mismo idioma (Martos Martín, 2016).

Sin embargo, el verdadero salto vendría a mediados de la década siguiente, cuando el mundo descubrió que las ventanas también podían conectarse. La llegada de Windows 95 transformó la informática en experiencia de red. La aparición del botón Inicio y del navegador Internet Explorer redefinió la relación entre el usuario y el tiempo: ya no se trataba de abrir programas, sino de abrir el mundo (Infobae, 2022).

La revolución del 95 y la conquista del planeta

El lanzamiento de Windows 95, el 24 de agosto de 1995, fue un espectáculo global. Miles de tiendas abrieron de madrugada, los medios transmitieron en directo y los Rolling Stones prestaron su canción Start Me Up para el anuncio oficial. Aquella versión integraba por primera vez los protocolos TCP/IP, facilitando el acceso a Internet sin configuraciones complejas. La interfaz combinaba color, sonido y dinamismo, convirtiendo al sistema en un símbolo de modernidad accesible. Por primera vez, la tecnología se parecía a la gente (Infobae, 2022).

Con el éxito de Windows 95, Microsoft se consolidó como el gran imperio del software. La versión siguiente, Windows 98, profundizó la integración del explorador web con el sistema operativo, decisión que provocó una de las mayores demandas antimonopolio de la historia de Estados Unidos. El caso U.S. v. Microsoft Corp. se convirtió en un debate sobre el poder y los límites de la innovación. Microsoft defendió la integración como evolución natural; los reguladores la vieron como abuso de dominio. El fallo dividió a los analistas, pero reveló que el software ya no era solo tecnología: era política (Martos Martín, 2016).

En paralelo, el entorno doméstico se expandía. Windows ME, lanzado en 2000, buscó combinar multimedia y conectividad, mientras que Windows 2000 Professional afianzó el uso empresarial con mayor estabilidad. Sin embargo, fue con Windows XP (2001) cuando la marca alcanzó su madurez visual y emocional. Su fondo Bliss, capturado por Charles O’Rear en los viñedos de Napa Valley, se volvió la imagen más vista del planeta. En un mundo golpeado por el 11 de septiembre, aquella colina verde y cielo azul representó una promesa de serenidad digital (Infobae, 2022).

La década del 2000 fue la edad dorada de Windows. Las escuelas lo adoptaron, los cibercafés lo multiplicaron y los virus lo desafiaron. Cada pantalla con el logotipo flotante al inicio era una puerta abierta a la modernidad. Microsoft, mientras tanto, consolidó una filosofía de actualizaciones sucesivas y dependencias cruzadas que convirtió a sus usuarios en parte de una comunidad global. En cierto modo, todos comenzamos a hablar en su sintaxis (Equipo editorial, 2023).

De Vista a 10: crisis, reinvención y persistencia

El siglo XXI trajo consigo tanto gloria como cansancio. Windows Vista (2007) pretendió ser el sucesor elegante de XP, con un entorno visual deslumbrante y nuevo sistema de seguridad. Pero los requerimientos de hardware y la incompatibilidad con programas previos frustraron a millones de usuarios. Vista fue el ejemplo clásico del exceso de ambición: estética sin eficiencia. Microsoft comprendió que el futuro no estaba solo en la belleza, sino en la velocidad (Ansari, 2023).

Aprendida la lección, Windows 7 (2009) llegó como una reconciliación. Fue rápido, estable y funcional, y se convirtió en el favorito de profesionales y empresas. Su interfaz equilibró modernidad con familiaridad, y durante años fue el estándar universal. Sin embargo, la llegada de los dispositivos táctiles y la competencia de Apple y Android exigieron una nueva metamorfosis. Así nació Windows 8 (2012), con un diseño centrado en “tiles” o mosaicos interactivos. El intento de unificar PC y tablet resultó confuso para el usuario tradicional, y la crítica fue implacable (Martos Martín, 2016).

Con Windows 10 (2015), la empresa retomó la prudencia: unificó la experiencia, introdujo Cortana, fortaleció la seguridad y, sobre todo, presentó el sistema como “servicio” más que como producto. Desde entonces, las actualizaciones son constantes y la frontera entre versión y versión se desdibuja. Windows dejó de ser un objeto para convertirse en una corriente viva. En la imagen “Hero”, creada para este lanzamiento, la luz que entra desde una ventana abierta simboliza la madurez de una tecnología que ha aprendido de sus tropiezos (Infobae, 2022).

Ya en 2021, Windows 11 apostó por la integración de la nube y la colaboración remota, reflejando el espíritu pospandémico. Su rediseño redondeó bordes y centró el menú de inicio, intentando devolver serenidad a la experiencia digital. Pero más allá de la estética, el verdadero cambio fue filosófico: Microsoft entendió que el escritorio debía ser un espacio de convivencia entre el trabajo humano y la inteligencia artificial. Las ventanas ya no son solo gráficas: son cognitivas (Microsoft, 2015).

Cuarenta años después: del escritorio al algoritmo

En 2025, Windows cumple cuarenta años como el sistema operativo más utilizado en el mundo. En ese lapso, ha sido testigo del ascenso de Internet, de la caída de las fronteras informativas y del nacimiento de la IA generativa. Su permanencia no se explica solo por su dominio comercial, sino por su capacidad de representar la evolución de una cultura: la del orden, la del archivo, la del procedimiento. Las ventanas de Windows son, en el fondo, la expresión digital de una civilización que aprendió a organizar el caos (Equipo editorial, 2023).

Las versiones recientes integran inteligencia artificial para automatizar tareas, analizar contextos y predecir acciones. Sin embargo, persiste el dilema ético de la dependencia. Cada avance técnico abre una interrogante moral: ¿cuánto delegar en la máquina sin renunciar al juicio humano? Microsoft ha intentado responder con políticas de seguridad y transparencia, pero la verdadera respuesta dependerá del usuario. Las ventanas, en su sentido profundo, siguen siendo eso: marcos que se abren o se cierran según nuestra voluntad (Infobae, 2022).

Hoy, mientras la nube absorbe gran parte del trabajo cotidiano, el escritorio persiste como territorio simbólico. Allí seguimos guardando documentos, fotos y proyectos, como si el alma digital necesitara un lugar físico. En ese gesto —arrastrar un archivo, ordenar una carpeta— sobrevive la herencia más humana de la tecnología. Windows no inventó el orden, pero lo tradujo en luz (Equipo editorial, 2023).

En su aniversario, conviene reconocer su paradoja: ha sido acusado de monopolio y a la vez de universalidad; ha fallado y ha triunfado; ha impuesto y ha educado. Su historia es también la del usuario que aprendió a salvar un archivo antes de que el sistema colapse, la del programador que descubre un error y la del niño que mira un fondo de pantalla como si fuera una promesa. Porque, después de todo, lo que Microsoft ofreció no fueron solo ventanas: fue una forma de mirar el mundo digital y de reconocerse en él (Microsoft, 2015).

Referencias

Ansari, R. (2023). The History of Microsoft Windows. India: ‎Notion Press.

Equipo editorial, E. (15 de Febrero de 2023). Humanidades. Obtenido de Windows: https://humanidades.com/sistema-operativo-windows/?utm_source=chatgpt.com

Infobae. (15 de Octubre de 2022). Infobae. Obtenido de Así cambió el escritorio de Windows desde sus inicios hasta su posible nueva versión en 2024: https://www.infobae.com/america/tecno/2022/10/15/asi-cambio-el-escritorio-de-windows-desde-sus-inicios-hasta-su-posible-nueva-version-en-2024/?utm_source=chatgpt.com

Martos Martín, J. Á. (2016). Microsoft. Ebook (ebook). Santiago de Chile, Chile: PROFIT EDITORIAL.

Microsoft, N. (6 de Abril de 2015). News Microsoft. Obtenido de Momentos destacados en la historia de Microsoft: https://news.microsoft.com/es-es/2015/04/06/historia-microsoft-40-aniversario/?utm_source=chatgpt.com