Artículo de información

José Carlos Botto Cayo y Abel Marcial Oruna Rodríguez

28 de febrero del 2025

La historia de Arequipa como entidad autónoma representa un fascinante capítulo en la construcción de la identidad nacional peruana, manifestando una singular confluencia de factores históricos, económicos y culturales. La célebre frase grabada en el mirador de Yanahuara, «No en vano se nace al pie de un volcán», trasciende su aparente simplicidad para convertirse en una poderosa metáfora del carácter arequipeño: indomable como el Misti que domina su horizonte, y resistente como el sillar que constituye su arquitectura característica. Esta ciudad, que emerge majestuosa entre tres volcanes, ha forjado a lo largo de los siglos una identidad distintiva que la diferencia del resto del territorio nacional, sustentada no solo en su orgullo regional sino en acontecimientos históricos concretos que legitimaron su autonomía (Martínez Castillo, 2022).

El momento definitorio en la consolidación de Arequipa como «República Independiente» se materializó durante la Guerra del Pacífico, específicamente en 1881, cuando Lima cayó bajo la ocupación chilena. En este contexto crítico, la Ciudad Blanca no solo se convirtió en la capital temporal del Perú sino que desarrolló sus propias instituciones administrativas y financieras. El establecimiento del Banco de Arequipa entre 1872 y 1874, que emitió sus propios billetes con denominaciones desde 10 hasta 500 centavos, ejemplifica esta autonomía institucional. Más significativa aún fue la emisión de pasaportes desde Arequipa durante el conflicto, una práctica que posteriormente se transformaría en un símbolo cultural perdurable, manifestado en el actual pasaporte simbólico de la «República Independiente de Arequipa» (Martínez Castillo, 2022).

La caída de Lima y la crisis del estado peruano (1881)

La ocupación militar de Lima por las fuerzas chilenas en enero de 1881 desencadenó una desarticulación sin precedentes del aparato gubernamental peruano, fracturando las estructuras fundamentales del poder estatal y precipitando una crisis que amenazaba la continuidad misma de la nación. La pérdida del centro administrativo tradicional evidenció las vulnerabilidades críticas de un sistema altamente centralizado, exponiendo la necesidad imperativa de una reorganización territorial del poder que alteraría permanentemente el panorama político del Perú decimonónico (Obando, 2022).

El colapso del gobierno central en Lima generó un vacío administrativo que requería una respuesta inmediata y decisiva para preservar la soberanía estatal. Esta situación crítica no solo representó una derrota militar estratégica, sino que constituyó una ruptura fundamental en la arquitectura administrativa nacional, exigiendo una reconfiguración radical de las estructuras gubernamentales existentes y los mecanismos de ejercicio del poder (Obando, 2022).

La desintegración del aparato estatal centralizado provocó una crisis de legitimidad institucional que amenazaba con fragmentar la unidad nacional. El sistema administrativo, tradicionalmente anclado en la capital, se vio forzado a adaptarse a circunstancias extraordinarias que demandaban soluciones sin precedentes en la historia republicana del Perú, catalizando una transformación profunda en la conceptualización misma del poder gubernamental (Obando, 2022).

La urgencia de establecer un centro administrativo alternativo se manifestó como una necesidad existencial para la continuidad del Estado peruano. Esta coyuntura histórica excepcional demandó una reevaluación fundamental de las estructuras de poder existentes, preparando el terreno para una transformación significativa en la organización territorial y administrativa del país (Obando, 2022).

Arequipa: Emergencia del nuevo centro de poder nacional

La elección de Arequipa como nueva capital del Perú en 1881 ocurrió por necesidad tras la caída de Lima ante las fuerzas chilenas. Lo que comenzó como una medida de emergencia se transformó en un experimento de gobierno autónomo, con Francisco García Calderón primero y luego el contralmirante Lizardo Montero al frente de la administración (Paredes M., 2009).

En las semanas finales de octubre de 1883, la situación en Arequipa se volvió crítica. Las fuerzas chilenas avanzaban hacia la ciudad mientras el gobierno de Montero enfrentaba una decisión crucial: resistir o retirarse. El 25 de octubre, una junta de autoridades militares y civiles acordó inicialmente defender la ciudad. Sin embargo, los planes cambiaron abruptamente cuando el alto mando evaluó la situación en Huasacache y consideró imposible una defensa efectiva (Paredes M., 2009).

La tensión alcanzó su punto máximo cuando Montero convocó a un cabildo abierto para consultar al pueblo sobre la decisión de retirada. Los sectores populares exigieron resistencia, mientras las clases altas favorecían la rendición. El resultado fue el caos: se produjeron enfrentamientos violentos, el alcalde Diego Butrón fue asesinado por una turba, y Montero apenas escapó de un intento de ataque, perdiendo a varios miembros de su escolta en el proceso (Paredes M., 2009).

El 29 de octubre de 1883, con Montero y sus fuerzas ya retirados hacia Puno, los representantes de la ciudad firmaron en Paucarpata el acta de rendición ante el ejército chileno. Irónicamente, ese mismo día se recibió la noticia de que nueve días antes se había firmado el Tratado de Ancón en Lima, poniendo fin formal a la guerra. Esa noche, las tropas chilenas entraron a Arequipa y acamparon en la Plaza de Armas, marcando el fin de la llamada «República Independiente de Arequipa» (Paredes M., 2009).

Consecuencias y fegado de la República Independiente de Arequipa

El período de ocupación chilena en Arequipa, que se extendió por diez meses después de la rendición, generó profundas transformaciones en la estructura social y administrativa de la ciudad. Los registros históricos documentan múltiples incidentes de resistencia civil durante este período, incluyendo enfrentamientos significativos en Quequeña, donde la ejecución de seis pobladores locales en represalia por la muerte de dos soldados chilenos ejemplifica la tensión subyacente entre ocupantes y ocupados. Similares incidentes en Cayma, donde cuatro arequipeños perdieron la vida, demuestran la persistencia de un espíritu de resistencia que trascendía la derrota militar formal (Ticona, 2023).

La participación de la sociedad arequipeña en el conflicto había sido notable desde sus inicios, manifestándose en múltiples dimensiones que abarcaban desde la formación de batallones especializados como los Cazadores del Misti y la Guardia de Arequipa, hasta contribuciones económicas significativas por parte de diversos sectores sociales. La élite local había proporcionado infraestructura para el acuartelamiento de la Guardia Nacional, mientras que se establecieron sistemas de apoyo para las viudas y víctimas del conflicto, incluyendo a los pobladores de Mollendo que sufrieron el bombardeo de 1879 y el asalto de 1880 (Ticona, 2023).

La prolongada presencia militar chilena en Arequipa respondía a objetivos estratégicos específicos, principalmente la consolidación del régimen de Miguel Iglesias y la prevención de posibles levantamientos. Esta preocupación se demostró fundamentada cuando, poco después de la retirada chilena en agosto de 1884, emergieron movimientos de apoyo a Andrés Avelino Cáceres, evidenciando la persistencia de corrientes de resistencia nacional dentro de la sociedad arequipeña. Este período de transición reveló las complejidades inherentes a la reconstrucción del orden político y social en el contexto post-conflicto (Ticona, 2023).

La experiencia de autonomía administrativa y posterior ocupación estableció precedentes significativos para la comprensión de las dinámicas entre poder central y regional en el Perú. El legado de este período se manifiesta no solo en expresiones culturales contemporáneas como el «pasaporte arequipeño» y la persistencia de una fuerte identidad regional, sino también en las estructuras institucionales y patrones de organización social que emergieron de esta coyuntura histórica crítica. La denominación de «República Independiente», aunque surgida de circunstancias excepcionales, continúa influyendo en la conceptualización de las relaciones entre Arequipa y el poder central peruano (Ticona, 2023).

Referencias

Martínez Castillo, F. (13 de Setiembre de 2022). La República. Obtenido de ¿Por qué Arequipa es conocida como una república independiente?: https://larepublica.pe/sociedad/2022/08/05/es-otro-pais-conoce-por-que-arequipa-es-conocida-como-una-republica-independiente-aniversario-de-arequipa-2022-fundacion-de-arequipa

Obando, M. (15 de Enero de 2022). Infobae. Obtenido de La hora más oscura de Lima: así fue como se desarrolló la Batalla de Miraflores antes de la invasión chilena: https://www.infobae.com/peru/2024/01/15/la-hora-mas-oscura-de-lima-asi-fue-como-se-desarrollo-la-batalla-de-miraflores-antes-de-la-invasion-chilena/

Paredes M., J. G. (2009). Arequipa y la guerra con Chile (1879-1883). RUNA YACHACHIY, Revista digital (ISSN: 2510–1242), 1-17.

Ticona, R. (4 de Agosto de 2023). La República. Obtenido de «Arequipa es otro país»: de dónde proviene esta frase y por qué se le dice «república independiente»: https://larepublica.pe/sociedad/2023/08/04/arequipa-es-otro-pais-de-donde-proviene-esta-frase-y-por-que-se-le-dice-republica-independiente-aniversario-de-arequipa-guerra-del-pacifico-pasaporte-arequipeno-lrsd-47060