Artículo de información

José Carlos Botto Cayo y Abel Marcial Oruna Rodríguez

11 de marzo del 2024

La cultura Tiahuanaco es considerada una de las civilizaciones más importantes del mundo andino precolombino. Se desarrolló en la región del Altiplano, cerca del Lago Titicaca, entre los años 300 y 1000 d.C. Tiahuanaco fue la capital de un estado panamazónico y panandino que irradió su influencia política, económica e ideológica a grandes distancias, desde el norte de Chile y noroeste argentino hasta el norte del Perú y Ecuador. La ciudad de Tiahuanaco fue un centro urbano monumental con una planificación característica (Cuynet, 2013).

Los tiahuanacus lograron un alto desarrollo cultural y tecnológico, reflejado en sus impresionantes construcciones como la Puerta del Sol, el Templo Semisubterráneo, las Pyramides de Akapana y Puma Punku, así como en sus sofisticadas manufacturas de cerámica, textiles y orfebrería. Su organización política y religiosa dio lugar a un Estado militarista, teocrático y estratificado socialmente. La metalurgia del bronce los llevó a un nivel de civilización urbana de las más elevadas de la época en toda América (Cuynet, 2013).

Los inicios de la cultura Tiahuanaco

La cultura Tiahuanaco surgió en torno al año 300 d.C. en la región del altiplano andino, en lo que hoy comprende parte de Perú y Bolivia. Sus orígenes se remontan a la cuenca del lago Titicaca, donde se encontraba su centro ceremonial principal, la ciudad arqueológica de Tiahuanaco. Esta cultura se desarrolló en un entorno adverso de grandes altitudes y climas extremos, lo que la convirtió en una de las civilizaciones más notables de la época precolombina en los Andes centrales (Orgaz, 2024).

Los Tiahuanaco fueron hábiles arquitectos y constructores, dejando un legado impresionante en Tiahuanaco y otros sitios arqueológicos cercanos. Destacan estructuras monumentales como la Puerta del Sol, la Pirámide Akapana y el Templo Semisubterráneo, que dan testimonio de su avanzado conocimiento en ingeniería y astronomía. Estas construcciones estaban alineadas con eventos astronómicos clave, lo que sugiere un profundo vínculo con las observaciones celestes (Orgaz, 2024).

La cultura Tiahuanaco alcanzó su apogeo entre los años 600 y 1000 d.C., convirtiéndose en un estado expansionista que ejerció influencia sobre gran parte del occidente de Sudamérica. Su presencia se extendió desde el actual sur de Perú hasta el norte de Chile y Argentina, lo que demuestra su capacidad para controlar rutas comerciales y difundir su estilo artístico y arquitectónico por la región (Orgaz, 2024).

La cultura Tiahuanaco entró en declive alrededor del año 1000 d.C. por razones que aún se desconocen, aunque se especula que factores como el cambio climático, los conflictos internos y la presión de otras culturas pudieron haber contribuido a su caída (Orgaz, 2024).

La construcción monumental de Tiahuanaco

Las ruinas de Tiahuanaco dan testimonio de la maestría arquitectónica y constructiva alcanzada por esta antigua cultura. Los viajeros y estudiosos que han visitado el sitio desde el siglo XVIII han quedado asombrados ante la magnitud y precisión de las estructuras monumentales, destacando edificaciones como la Puerta del Sol, la Pirámide Akapana y el Templo Semisubterráneo. La calidad y complejidad de la mampostería en piedra ha sido motivo de elogios y perplejidad, evidenciando un avanzado conocimiento en ingeniería y un profundo vínculo con las observaciones astronómicas (Protzen, 2013).

La escala y perfección de las construcciones en Tiahuanaco sugieren que solo una sociedad altamente organizada y con conocimientos matemáticos avanzados pudo haber sido capaz de planificar y ejecutar obras de tal envergadura. Los enormes bloques de piedra, algunos de dimensiones colosales, plantean interrogantes sobre las técnicas empleadas para su extracción, transporte y labrado con tanta precisión, sin dejar marcas visibles de herramientas (Protzen, 2013).

A pesar de los siglos transcurridos, la arquitectura monumental de Tiahuanaco sigue desafiando la comprensión moderna. Su legado material constituye un testimonio sobresaliente de los logros alcanzados por las culturas precolombinas en los Andes centrales, despertando el interés de arqueólogos y estudiosos por desentrañar los misterios que rodean a esta mítica ciudad (Protzen, 2013).

Los primeros exploradores y viajeros que documentaron Tiahuanaco, como Léonce Angrand, Ephraim Squier y Arthur Posnansky, entre otros, dejaron valiosos registros escritos, mapas y dibujos que constituyen fuentes clave para comprender la grandeza del sitio arqueológico. Sus observaciones y teorías, si bien en algunos casos discutibles, han sido las bases para las investigaciones posteriores (Protzen, 2013).

El significado simbólico de los queros challadores en Tiahuanaco

Los queros challadores constituyen una forma especial de vasijas rituales en la cultura Tiahuanaco. A diferencia de los queros tradicionales utilizados para el brindis entre personas de igual rango, los challadores tenían la función de verter líquidos, como la chicha de maíz, directamente hacia la tierra, convirtiéndose en una ofrenda o “challa” a la Pachamama. Esta característica los vincula estrechamente con los conceptos de fertilidad y reciprocidad con la naturaleza, propios de la cosmovisión andina (Alayza Tijero, 2020).

Los hallazgos arqueológicos en la isla de Parití, en el lago Titicaca, han revelado una gran cantidad de challadores de diversas formas y tamaños, algunos de dimensiones monumentales. Muchos de ellos presentan intrincadas decoraciones con representaciones de serpientes de cascabel, un animal exótico en la región altiplánica pero de un profundo simbolismo vinculado a los ciclos de renovación y a la conexión entre los mundos superior e inferior (Alayza Tijero, 2020).

La forma hiperboloide de los challadores y el orificio en su base permiten que los líquidos vertidos se integren directamente con la tierra, recreando simbólicamente el ciclo natural del agua. De esta manera, estos particulares vasos se convierten en herramientas rituales que reproducen a escala menor el mismo principio presente en la arquitectura monumental de Tiahuanaco, como la pirámide Akapana, diseñada para captar las aguas de lluvia y devolverlas a la tierra a través de canales y manantiales artificiales (Alayza Tijero, 2020).

Los queros challadores encarnan así la concepción tiahuanacota de Taypi, el concepto de lugar central y de conexión entre los distintos planos cósmicos. Al verter los líquidos hacia la tierra, estos vasos actúan como nexos entre las aguas celestiales y el inframundo, reproduciendo el ciclo vital del agua y la complementariedad entre los mundos de arriba y abajo, tan arraigada en el pensamiento andino. Su uso en contextos rituales reforzaba la percepción de Tiahuanaco como axis mundi y centro simbólico del universo conocido (Alayza Tijero, 2020).

El legado artístico y simbólico de Tiahuanaco

Además de sus impresionantes logros arquitectónicos, la cultura Tiahuanaco dejó un valioso legado en el ámbito artístico y simbólico. Sus creaciones cerámicas, entre las que destacan los llamados “queros”, revelan una sofisticada tradición alfarera y un profundo sistema de creencias enraizado en la cosmovisión andina. Estos recipientes ceremoniales, decorados con intrincados motivos geométricos y representaciones zoomorfas, eran utilizados en contextos rituales vinculados a la fertilidad y la reciprocidad con la naturaleza (Sagaseta, 1990).

Un tipo particular de queros, conocidos como “challadores”, tenían la función específica de verter líquidos, generalmente chicha de maíz, directamente hacia la tierra como ofrenda a la Pachamama. Su forma hiperboloide con un orificio en la base permitía que los líquidos se integraran directamente con el suelo, recreando simbólicamente el ciclo natural del agua. Estos vasos ceremoniales encarnaban el concepto tiahuanacota de “Taypi”, el lugar central y la conexión entre los distintos planos cósmicos (Sagaseta, 1990).

Los motivos decorativos de los queros challadores revelan la importancia de ciertos elementos simbólicos en la cultura Tiahuanaco. Destacan las representaciones de serpientes de cascabel, un animal exótico en la región altiplánica pero con un profundo significado vinculado a los ciclos de renovación y la conexión entre los mundos superior e inferior. Estos diseños reflejan la cosmovisión andina y el principio de complementariedad entre los distintos ámbitos del universo, reforzando la percepción de Tiahuanaco como axis mundi y centro simbólico del mundo conocido (Sagaseta, 1990).

Misterios en torno a Tiahuanaco

Más allá de las impresionantes estructuras que aún se conservan, la cultura Tiahuanaco deja muchos interrogantes sin resolver para los arqueólogos e investigadores modernos. Una de las grandes incógnitas gira en torno a las técnicas constructivas que emplearon para labrar y mover los enormes bloques de piedra que conforman sus edificaciones monumentales (Protzen, 2013).

Algunos de estos bloques pesan decenas de toneladas y fueron tallados con una precisión milimétrica, sin dejar marcas visibles de las herramientas utilizadas. Esto ha llevado a especular sobre posibles conocimientos y tecnologías desconocidas que habrían permitido tales proezas de ingeniería en la época (Protzen, 2013).

Otro misterio es la causa exacta del colapso y abandono de la ciudad de Tiahuanaco alrededor del año 1000 d.C., poniendo fin al apogeo de esta civilización. Se han planteado diversas hipótesis como cambios climáticos, conflictos internos, presión de otros pueblos u otros factores aún por determinar que habrían llevado a la decadencia de este notable centro urbano (Protzen, 2013).

Una odisea de piedra por descubrir

Las ruinas arqueológicas de Tiahuanaco son el testimonio de una de las más impresionantes odiseas constructivas de la humanidad. Aún en la actualidad, seguimos sin comprender del todo las técnicas y conocimientos que permitieron erigir semejantes maravillas de precisión en piedra. Los enormes bloques labrados con una exactitud milimétrica plantean interrogantes que desafían nuestra concepción de las capacidades tecnológicas de las antiguas culturas americanas.

Tiahuanaco deja también muchos misterios por resolver, como las causas exactas de su decadencia y abandono hacia el año 1000 d.C. Las hipótesis de cambios climáticos, conflictos internos o la presión de otros pueblos no terminan de explicar el colapso de esta grandiosa civilización. Sin duda, aún queda mucho por descubrir sobre los secretos que guardan las ruinas del altiplano andino.

Referencias

Alayza Tijero, P. P. (2020). La arquitectura tiahuanaco y el quero challador: la mímesis con el entorno. Revista del Instituto de Investigaciones Museológicas y Artísticas de la Universidad Ricardo Palma, 136-149.

Cuynet, D. F. (12 de Setiembre de 2013). Hal sorbonne universite. Obtenido de Pukara – Tiahuanaco: https://hal.sorbonne-universite.fr/hal-01943253/file/Pr%C3%A9sentation%20conf%C3%A9rence%20UNFV%20%281%29.pdf

Orgaz, C. J. (8 de Marzo de 2024). BBC. Obtenido de Cómo desapareció la civilización de los Tiwanaku conocida como la “cultura madre” de América del Sur: https://www.bbc.com/mundo/articles/cj56r489m5eo

Protzen, J.-P. y. (2013). Las piedras de Tiahuanaco: Arquitectura y construcción de un centro megalítico andino. Lima: Fondo cultural Pontificia Universidad Católica del Perú.

Sagaseta, A. A. (1990). El kero: vaso ritual de los incas . Espacio, Tiempo y Forma, Serie Vil, Historia del Arte, t. 3,, 11-30 .