Artículo de información

José Carlos Botto Cayo y Abel Marcial Oruna Rodríguez

21 de noviembre del 2025

La historia suele contarse a gritos, pero a veces avanza con voz de oficio. Dionisio Uchu Inca Yupanqui —limeño, hijo de soldado del Callao, alumno del Seminario de Nobles en Madrid— encarna esa vía sobria: la del indio noble que cruzó el mar, se formó en la disciplina ilustrada y, con la autoridad de su linaje, reclamó en las Cortes que el Estado tratara a los indígenas como personas con derechos. No es un héroe de estatua: es un parlamentario con memoria y método (Real Academia de la Historia, 2025).

Nuestro enfoque es histórico y conservador en el mejor sentido: rastrear continuidad más que ruptura. Veremos a Dionisio como heredero de una tradición —la andina y la hispánica— que él quiso unir bajo ley común. Sus intervenciones en Cádiz (1810–1814) no fueron arrebatos: fueron artículos, decretos, y una pedagogía cívica que dialoga a la distancia con el ideario reformista que encendió Túpac Amaru II tres décadas antes (O’Phelan Godoy, 2021).

Orígenes y formación

Nacido en Lima el 9 de octubre de 1760, Dionisio partió niño a la península con su padre, Domingo Uchu Inca Yupanqui. En Madrid ingresó al Real Seminario de Nobles: disciplina, latín, matemáticas y un molde de honor que marcó a su generación. Esa mezcla de sangre inca y aula borbónica explica su firmeza: respetar el canon, corregir el abuso, dar al indio ley y no limosna (Real Academia de la Historia, 2025).

La pieza de archivo lo perfila sin niebla: “militar y representante”, teniente coronel de dragones, hijo de Domingo, trasladado en 1767; guardó el apellido Inca Yupanqui como declaración pública de identidad. El dato no es romanticismo: en la cultura política de entonces, el nombre abría puerta a hablar por una memoria colectiva (Portal de Archivos Españoles – PARES, s. f.).

Ese joven formado en urbanidad cortesana no renegó de América; la llevó a la Marina como guardiamarina y después a la política como diputado suplente del Perú. El itinerario —de aula a cuartel, de cuartel a hemiciclo— revela un hilo: el deber antes que el grito (Real Academia de la Historia, 2025).

En la forja intelectual, Dionisio respira Ilustración: igualdad jurídica, protección de los indios, reforma del trabajo forzoso. No es un “afrancesado”; es un americano ilustrado que habla desde la tradición para corregirla. Esa combinación —linaje, experiencia militar, lectura— explica el tono de sus propuestas en Cádiz (O’Phelan Godoy, 2021).

El oficial atlántico: obedecer bien para mandar con justicia

Antes del político, está el marino. PARES registra su servicio y ascensos: de guardiamarina a teniente coronel, oficio hecho de horas, reglamentos y una ética de mando que luego trasladará a la tribuna. La biografía administrativa lo sitúa en la órbita de quienes aprendieron a gobernar obedeciendo (Pares, 2025).

En 1781 participa en la reconquista de Luisiana y Florida dentro del teatro atlántico español. No es un episodio menor: la guerra concreta enseña jerarquía, abastecimiento, paciencia, y el valor de las órdenes escritas. Ese aprendizaje —prosa, no épica— aflora más tarde en su modo de pedir decretos claros para proteger a los naturales (Pares, 2025).

El militar visto desde América: Dionisio observa que “lo indio” no es folclor sino sujeto político. En Cádiz no hablará como criollo lejano, sino como “Inca, indio y americano”. Esa auto-presentación —registrada por la historiografía clásica— convirtió su voz en símbolo: dignidad sin estridencia (King, 1953).

La experiencia del Atlántico afila su prudencia reformista: no predica demoliciones; propone ajustes que sostengan el edificio común. Abolir abusos (mita y servicios personales), equiparar derechos, y recordar a España que un imperio sin justicia es pura fachada (O’Phelan Godoy, 2021).

Cádiz: el Inca en el Parlamento

El 16 de diciembre de 1810, Dionisio sube a la tribuna y se nombra con todas sus letras: “Inca, indio y americano”. Denuncia agravios, pide igualdad, recuerda que “un pueblo que oprime a otro no puede ser libre”. No es retórica vacía: es la entrada en acta del dolor indígena convertido en norma futura (King, 1953).

Sus intervenciones encadenan doctrina y práctica. Propone instruir a virreyes y audiencias para “defender con suma escrupulosidad” a los indios en personas y bienes; exige que cese la arbitrariedad local. Es la vieja costumbre de pedir justicia, ahora con gramática constitucional (O’Phelan Godoy, 2021).

El hemiciclo responde con leyes: el Decreto CCVII de 9 de noviembre de 1812 abolió las mitas y todo servicio personal; un paso gigante que toca el nervio del sistema colonial. La letra impresa —páginas 148–150 del Tomo III— no admite duda: la práctica del trabajo forzoso quedaba suprimida (Biblioteca virtual, 2014).

No menos importante: el clima de Cádiz abrió espacio a discutir exenciones tributarias indígenas y la eventual restauración de órdenes religiosas —jesuitas— con impacto educativo en América. Dionisio se movió ahí con una brújula clara: tradición corregida por ley, sin desfondar el orden (O’Phelan Godoy, 2021).

Recepción, restauración y rastro

El programa tenía adversarios a ambos lados. Desde América, hubo quien reprochó a Dionisio un “idealismo peninsular” que desconocía la trama comunal; desde la península, los serviles sospechaban de todo lo que sonara a igualdad americana. Tensión normal en momentos fundacionales (King, 1953).

En 1814, la restauración de Fernando VII desmontó el andamiaje gaditano y persiguió el reformismo. El rastro de muchos diputados se oscurece; en los repertorios biográficos, la ficha de Dionisio se vuelve parca: queda su condición de militar y parlamentario, su linaje y su obra en actas (Real Academia de la Historia, 2025).

Leído con ojos de oficio, su legado es nítido: trajo al Parlamento la causa indígena con gramática de ley. El “Inca” no invocó primacías míticas: pidió igualdad jurídica y fin de trabajos forzosos. Ese es su punto firme en la historia: continuidad entre memoria andina y constitucionalismo hispánico (O’Phelan Godoy, 2021).

Queda, además, el documento que corta la discusión: la abolición de la mita. Allí se ve la política en serio: papel, número de decreto, páginas. Cuando se habla de derechos, conviene abrir el tomo y leer. Dionisio lo sabía: sin letra, la justicia se evapora (Biblioteca virtual, 2014).

Referencias

Biblioteca virtual. (25 de Mayo de 2014). Cervantes virtual. Obtenido de Colección de los decretos y órdenes que han expedido las Cortes Generales y Extraordinarias: https://www..com/obra-visor/coleccion-de-los-decretos-y-ordenes-que-han-expedido-las-cortes-generales-y-extraordinarias-desde-24-de-febrero-de-1813-hasta-14-de-setiembre-del-mismo-ano-en-que-terminaron-sus-sesiones-comprende-ademas-el-decr

King, L. (1953). Canons of landscape evolution. Geological Society of America Bulletin, vol. 64, issue 7, , 721.

O’Phelan Godoy, S. (2021). El indio en los discursos, debates y proyectos políticos de la independencia del Perú. Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, Extra 1, , 11-59.

Pares. (15 de Enero de 2025). Pares. Obtenido de Persona – Inca Yupanqui, Dionisio Uchu: https://pares.mcu.es/ParesBusquedas20/catalogo/autoridad/153101

Real Academia de la Historia. (22 de Enero de 2025). Real Academia de la Historia. Obtenido de Dionisio Ucchu Inca Yupanqui y Bernal: https://historia-hispanica.rah.es/biografias/44437-dionisio-ucchu-inca-yupanqui-y-bernal