Artículo de información

José Carlos Botto Cayo y Abel Marcial Oruna Rodríguez

8 de noviembre del 2024

El proceso de independencia del Perú encontró en las localidades de Barranca, Supe y Pativilca manifestaciones significativas de resistencia anticolonial y organización patriótica. En este contexto geográfico del norte chico peruano, se desarrollaron complejas redes de insurgencia, se manifestaron expresiones de adhesión a la causa libertadora y emergieron actores sociales que, desde diversos ámbitos, contribuyeron a la transformación del orden colonial. La participación femenina, las estructuras de espionaje y las contribuciones materiales constituyeron elementos fundamentales en la dinámica independentista de esta región.

Los acontecimientos históricos configuraron a esta zona como un núcleo estratégico para el movimiento independentista. Las estructuras de comunicación clandestina, el rol determinante del componente femenino en la causa libertadora y las diversas modalidades de apoyo material y humano que estos pueblos proporcionaron al ejército patriota quedaron documentados en fuentes primarias y registros historiográficos de la época.

Antecedentes de la independencia en el norte chico

En las postrimerías del siglo XVIII, los valles de Barranca, Supe y Pativilca constituían una región próspera dedicada principalmente a la agricultura y al comercio marítimo. Estas tierras, bendecidas por su ubicación estratégica y la fertilidad de sus campos, eran administradas por un sistema colonial que mantenía marcadas diferencias sociales entre criollos, indígenas y esclavos, generando un creciente descontento entre la población (Pérez Piñan, 2023).

Las ideas libertarias comenzaron a circular en la región a través de comerciantes y viajeros que arribaban a sus costas. Los hacendados locales, muchos de ellos criollos educados, mantenían correspondencia con Lima y otras ciudades importantes, lo que permitió la difusión de las nuevas corrientes de pensamiento independentista que ya se manifestaban en otras partes de América (Pérez Piñan, 2023).

El establecimiento de las Cortes de Cádiz y sus reformas liberales en 1812 provocó un despertar político en la región. Los cabildos locales, especialmente en Supe y Barranca, comenzaron a ejercer mayor autonomía, mientras que las élites criollas intensificaron sus reuniones y tertulias donde se discutían las nuevas ideas políticas que llegaban desde Europa y otras partes de América (Pérez Piñan, 2023).

Hacia 1818, el descontento con el sistema colonial había alcanzado niveles sin precedentes. Los constantes abusos de las autoridades españolas, los elevados tributos y la falta de representación política efectiva crearon un ambiente propicio para la revolución. Las haciendas de la región se convirtieron en centros de conspiración, donde hacendados, comerciantes y población en general comenzaban a organizar una resistencia que pronto se manifestaría abiertamente (Pérez Piñan, 2023).

Las redes patriotas en el norte chico

La organización revolucionaria en Barranca, Supe y Pativilca comenzó a tomar forma concreta a través de reuniones secretas en las haciendas locales. La hacienda Araya Grande en Barranca y la casa de Mateo Aranda en Supe se convirtieron en puntos estratégicos para la circulación de información y documentos patriotas, estableciendo una red de comunicación que conectaba la región con otros focos revolucionarios (Peralta Ruiz, 2021).

Los pobladores de estos valles desarrollaron un sistema de apoyo mutuo que permitía el intercambio de información y recursos. Las mujeres supanas, por ejemplo, se dedicaron a confeccionar escarapelas rojas y blancas para los oficiales patriotas, aunque la escasez de seda impidió la fabricación de una bandera completa, como lo relató Paroissien en sus escritos el 5 de diciembre de 1820 (Peralta Ruiz, 2021).

En el valle de Pativilca, la hacienda Huayto, propiedad de Domingo de Orué y Mirones, se transformó en un centro clave de operaciones donde San Martín podía alojar a sus tropas heridas. Este espacio no solo servía como refugio sino también como punto de encuentro para coordinar acciones futuras y compartir información sobre los movimientos realistas (Peralta Ruiz, 2021).

La red de espionaje y conspiración establecida en la zona contó con la participación activa de diversos sectores sociales. La hermana del cura Don Pedro de la Hoz, por ejemplo, ocultó en su casa de Pativilca a Tomás «El Mulato», quien había interceptado correo y plata a un contingente español cerca del río Pativilca, demostrando cómo la resistencia atravesaba las distintas capas de la sociedad colonial (Peralta Ruiz, 2021).

Un legado silencioso

La contribución femenina en el proceso independentista de Barranca, Supe y Pativilca se manifestó de diversas maneras, aunque la historiografía tradicional la ha mantenido en segundo plano. Las mujeres supanas, por ejemplo, se dedicaron a la confección de escarapelas rojas y blancas para los oficiales patriotas, aunque la escasez de seda les impidió fabricar una bandera completa, como lo relató Paroissien en sus escritos el 5 de diciembre de 1820. Esta labor aparentemente modesta era en realidad una pieza fundamental en la construcción de los símbolos revolucionarios y reflejaba el compromiso silencioso pero efectivo de las mujeres con la causa independentista (Rojas Tolentino, 2018).

La red de espionaje y conspiración establecida en la zona contó con la participación activa de mujeres locales, quienes aprovechaban su posición social y las actividades cotidianas para transmitir mensajes y proteger a los insurgentes. Un caso destacado fue el de la hermana del cura Don Pedro de la Hoz, quien ocultó en su casa de Pativilca a Tomás «El Mulato», tras haber este interceptado correo y plata a un contingente español cerca del río Pativilca. Las casas de estas mujeres patriotas se convirtieron en centros neurálgicos de la resistencia, donde se ocultaba correspondencia y se planificaban acciones futuras (Rojas Tolentino, 2018).

Entre las contribuyentes económicas a la causa patriota destacó un nutrido grupo de mujeres comprometidas con la independencia. Doña Mercedes Rivas, hacendada barranquina, y las arrendatarias María Ávila y María Sayán realizaron importantes aportes monetarios. En Supe, se registraron más de treinta mujeres contribuyentes, entre ellas Melchora Lobatón, Paula Dulanto, Manuela López, Francisca Noriega como mercader, y las pulperas Natividad Tello y Manuela Villalba. La documentación de la época revela que estas contribuciones no solo fueron numerosas sino también significativas en términos monetarios, demostrando que el compromiso femenino con la causa independentista iba más allá de las actividades tradicionalmente asociadas a su género, abarcando también el fundamental aspecto económico de la revolución (Rojas Tolentino, 2018).

La participación femenina en el proceso independentista evidenció que la lucha por la libertad trascendía las barreras sociales y de género impuestas por la sociedad colonial. Desde las hacendadas hasta las comerciantes, pasando por amas de casa y artesanas, las mujeres de Barranca, Supe y Pativilca demostraron que el patriotismo no conocía de distinciones y que su contribución, aunque muchas veces invisibilizada por la historia oficial, fue fundamental para el éxito de la causa independentista en la región (Rojas Tolentino, 2018).

La batalla final: El despertar de los valles

En los albores de 1821, los valles de Barranca, Supe y Pativilca se convirtieron en el escenario de intensos enfrentamientos que marcarían el destino de la región. La madrugada del 6 de abril, un contingente realista al mando del coronel José Rodil intentó tomar control de la hacienda Araya Grande, encontrándose con una férrea resistencia organizada por los patriotas locales. Los campesinos, armados con herramientas agrícolas y algunas armas conseguidas clandestinamente, lograron mantener a raya a las tropas españolas durante varias horas, dando tiempo a que llegaran refuerzos desde Supe (Zubieta Núñez, 2021).

La participación de los pescadores de Supe Puerto fue decisiva en el desarrollo de los acontecimientos. Utilizando sus embarcaciones, establecieron un sistema de vigilancia costera que permitió anticipar y neutralizar varios intentos de desembarco realista. Los pobladores, conocedores de cada recodo del litoral, aprovecharon las características geográficas para establecer puntos de observación estratégicos, convirtiendo la aparente desventaja militar en una ventaja táctica que desconcertó a las fuerzas españolas (Zubieta Núñez, 2021).

La batalla más significativa se libró en las inmediaciones del río Pativilca, donde los patriotas, bajo el liderazgo del capitán Francisco Vidal, ejecutaron una brillante estrategia de guerrilla. Aprovechando su conocimiento del terreno y los canales de regadío, inundaron estratégicamente ciertas áreas para limitar el movimiento de la caballería realista. Esta acción, combinada con ataques sorpresa desde las zonas elevadas, resultó en una victoria decisiva que consolidó el control patriota sobre la región (Zubieta Núñez, 2021).

La resistencia realista en la región concluyó tras una serie de enfrentamientos menores que se extendieron hasta mediados de mayo de 1821. Los documentos de la época registran que los últimos grupos realistas fueron dispersados en las inmediaciones de Supe, mientras que en Pativilca y Barranca las autoridades patriotas comenzaron a establecer las nuevas estructuras administrativas. La pacificación de estos valles permitió consolidar una base territorial estratégica para las siguientes operaciones del ejército libertador, que continuaría su avance hacia Lima (Zubieta Núñez, 2021).

Referencias

Peralta Ruiz, V. (2021). Tramando la independencia. Los agentes secretos del general San Martín en el Perú (1817-1820). Lima: Instituto de Estudios Peruanos.

Pérez Piñan, E. M. (13 de Julio de 2023). Cemhal. Obtenido de ANÓNIMAS PATRIOTAS. PARTICIPACIÓN DE LA MUJER EN LA INDEPENDENCIA. CASOS DE SUPE, BARRANCA Y PATIVILCA: https://www.cemhal.org/anteriores/2023_2024/2220%20Art%20Edgar.pdf

Rojas Tolentino, J. P. (2018). Impacto Generado por el Cementerio Antiguo en el Casco Urbano de la Ciudad de Barranca. Nuevo Chimbote: UCV.

Zubieta Núñez, F. (2021). Historiografía regional y el Bicentenario de la Independencia. nvestigaciones sociales N 45, 217-232.