José Carlos Botto Cayo

7 de mayo del 2025

El poema Caminos de José Carlos Botto Cayo explora la angustia existencial de un alma que nunca supo encontrar el inicio de su propia historia. A través de versos cargados de dolor, el hablante reconoce haber vivido para los demás, sacrificando su autenticidad y dejando su felicidad en manos ajenas. La “tinta perdida en el tiempo” refleja la dificultad de expresar su verdadero ser, en un mundo donde las palabras y los sentimientos parecen condenados al olvido.

A medida que el poema avanza, el yo lírico desciende en una travesía oscura marcada por la locura y la desesperanza. Tierras negras, infiernos personales y la hierba de la locura son imágenes que refuerzan el naufragio espiritual que experimenta. Sin embargo, en el momento más crítico, aparecen unos brazos salvadores que lo rescatan del abismo, cubriéndolo de luz y curando las heridas que el dolor había dejado abiertas.

Caminos concluye en una prisión simbólica, donde aún atrapado, el hablante conserva la esperanza de renacer. Aunque los tormentos persisten y el camino sigue lleno de caídas, la luz alcanzada en medio de la oscuridad ofrece la promesa de un nuevo comienzo. El poema se convierte así en una reflexión profunda sobre el dolor, la redención y la inquebrantable búsqueda de la libertad interior.

Caminos - José Carlos Botto Cayo

Siempre murieron las palabras,
tinta perdida en el tiempo,
en minutos de angustia.

Nunca supe cómo sentir,
alma que vuela libremente,
dejando la sinceridad florecer,
buscando siempre el placer ajeno.

Nunca consideré mi ser
antes que a los seres amados,
siempre entregándolo todo
para esa felicidad ajena.

Un día intenté aprender a ser feliz,
crucé los mares y el tiempo
para llegar,
enterrando mi ser en el infierno.

Navegué por las tierras negras,
asfixiando mi conciencia
en esos espacios torturantes
donde la humanidad se pierde.

Comí de la hierba de la locura,
asfixiándome en sus garras,
llenándome de preguntas sin respuesta,
solo cuartos de oscuridad.

En el último infierno
dos brazos me levantaron,
arrojándome fuera de ese mundo,
cubriendo mi piel con luz.

Curó mis heridas,
vendó mi alma,
mostrándome un nuevo camino
para dejarme bajo la luz.

La locura silenciosa desapareció,
dando paso a nuevas historias,
nuevas caídas en el camino
sin llegar los tormentos.

Hoy vivo en esta prisión,
buscando esperanzas
en que un día seré libre
para poder renacer
en este tiempo que se acaba.

 

Fuente: Botto Cayo, J. C. (s.f.). Bottocayo. Obtenido de https://bottocayo.com/