Poemas de vida,
poemas de cielo,
letras que se encuentran
en el tintero de la calma.
Sensaciones que explotan
transmitiendo sentidos
en una sábana blanca
que adorna los vidrios.
No es barroquismo
el pensar en las plantas,
ni masoquismo
el escribir de las flautas.
Las letras hablan entre ellas
creando piruetas griegas,
mientras los poetas danzan
cayendo de panza.
¡Cuánto sazón en el agua!
Letras de alfalfa
consumiendo los ojos
de los miradores del alma.
Poemas de vida,
poemas de salsa,
caligrafía escondida
en las aguas mansas.
Una pizca de vida,
dos cucharadas de ángel,
trocitos de recuerdos,
migajas de plata.
Dejar hervir a fuego eterno,
remover un poco el silencio,
servir en papel de seda
dejando reposar en salmuera.
Receta perfecta de letras,
manjar de dioses etéreos
buscando renacer del fuego
con la palabra sincera.
Sirvamos hoy el poema
en una mesa de oro
que envuelva el semblante
de los lectores del morro.
¡Vamos todos a la mesa!
Bon appétit.
Jose Carlos Botto Cayo
Fuente: Botto Cayo, J. C. (s.f.). Bottocayo. Obtenido de https://bottocayo.com/