Artículo de información
José Carlos Botto Cayo y Abel Marcial Oruna Rodríguez
13 de noviembre del 2025
En la tradición andina, el agua no es castigo, sino memoria. Los antiguos pueblos del Tahuantinsuyo creían que el mundo había sido anegado en un gran diluvio, un cataclismo que purificó la tierra y dio inicio a una nueva era. Las montañas se convirtieron en refugios, las cuevas en arcas naturales, y las aguas del cielo descendieron como símbolo de limpieza cósmica. Este suceso, descrito en crónicas del siglo XVII, forma parte de una cosmovisión que interpreta la historia como un ciclo de destrucción y renacimiento, donde la humanidad, las divinidades y la naturaleza participan del mismo destino universal (Santa Cruz Pachacuti Yamqui Salcamaygua, ca. 1630.).
La memoria del Unu Pachakuti, el “cataclismo del agua”, trasciende la idea del castigo divino y se presenta como un retorno al equilibrio. Cada era termina cuando el orden se quiebra, y las aguas descienden para restaurarlo. En ese universo simbólico, el diluvio representa el acto de purificación del cosmos, una forma de reacomodar las energías que sostienen el mundo. El mito se mantiene como eco del pensamiento circular andino, donde la vida, la muerte y la renovación forman parte de una misma corriente (Gentile Lafaille, 2021).
El mito del diluvio en la cosmovisión de Viracocha
Las antiguas crónicas relatan que, en tiempos remotos, el mundo se oscureció y una gran agua cubrió la tierra. Solo unos pocos seres sobrevivieron ocultándose en cuevas y montañas, de donde más tarde saldrían los fundadores del nuevo tiempo. Este relato, transmitido a través de la tradición oral, configura la versión andina del diluvio universal. El dios Viracocha emerge de las aguas para devolver la luz, ordenar la tierra y dar origen a una humanidad renovada. Su figura encarna el principio creador que guía los ciclos de destrucción y regeneración que marcan la historia del mundo (Santa Cruz Pachacuti Yamqui Salcamaygua, ca. 1630.).
El mito sitúa a los lagos sagrados y a las montañas como centros del nuevo comienzo. El Titicaca y Tiahuanaco simbolizan los lugares donde el sol renace tras el cataclismo, equivalentes al monte salvador de otras tradiciones. En la cosmovisión andina, el agua no borra la historia, sino que la fecunda. De su contacto surgen la vida, las leyes y los vínculos que restablecen la armonía perdida. Así, el diluvio se convierte en un acto creador que reafirma la continuidad entre la divinidad y el mundo (Asín, 2002).
La teología ancestral reconoce en el agua un poder espiritual. No se trata de un elemento destructivo, sino de una sustancia sagrada que comunica los planos del universo. Cuando las lluvias se desbordan, el equilibrio se restablece; cuando las aguas se retiran, el hombre reemprende su ciclo. El Unu Pachakuti resume esta relación entre lo humano y lo divino: una alianza que se renueva a través del movimiento y la transformación (Gentile Lafaille, 2021).
La cosmovisión de Viracocha se expresa en el lenguaje simbólico de los Andes: el dios emerge, ilumina, crea y vuelve a sumergirse. Cada retorno de las aguas anuncia el inicio de otro tiempo. En esa secuencia de desapariciones y resurrecciones, el universo se conserva. La divinidad no destruye, purifica. Lo sagrado, en lugar de castigar, equilibra. En este principio reside la diferencia fundamental entre el mito andino y las narraciones de otras civilizaciones que interpretaron el diluvio como un juicio final (Asín, 2002).
El Pachakuti: destrucción y renacimiento
El pensamiento andino concibe el pachakuti como un fenómeno cíclico que marca la renovación del mundo. La palabra significa “vuelta del tiempo” o “reversión del cosmos”. Cada cataclismo representa el cierre de una etapa y el nacimiento de otra, donde el agua actúa como mediadora entre el caos y la creación. En esa lógica, el diluvio no es una excepción, sino la manifestación natural de un universo en perpetuo movimiento. La humanidad, al igual que los astros y las montañas, participa de esta rotación universal (Potosí Cachimuel, 2022).
El pachakuti no se limita al ámbito físico. También es una transformación moral. El desorden del mundo —la ruptura del equilibrio entre hombres, naturaleza y divinidades— exige una respuesta del cosmos. Las aguas entonces descienden como corrección y no como castigo. En ese proceso, el agua asume un valor ético: enseña la humildad del retorno, el respeto por la vida y la necesidad de reciprocidad con la tierra. La purificación se vuelve lección y renacimiento (Potosí Cachimuel, 2022).
La tradición oral conserva el recuerdo de los refugios en las cumbres y las cuevas donde los primeros hombres esperaron el fin de la tormenta. De esos espacios sagrados surgieron las nuevas naciones, guiadas por seres que traían consigo las leyes del equilibrio. Las crónicas describen el renacer del sol y el establecimiento de un nuevo orden social. El mundo no fue destruido: fue reiniciado. Así, el diluvio se transforma en la metáfora de la continuidad y de la esperanza (Torres Chacón, 2020).
En esta concepción, el tiempo no avanza, retorna. Cada ciclo anuncia su propia renovación, y el universo se reconstruye a partir del mismo principio que lo originó. El pachakuti es, por tanto, un lenguaje del cosmos: cuando las aguas cubren la tierra, el mundo recuerda su origen y su destino. Nada desaparece, todo se transforma. El agua enseña que la vida no se extingue, solo se renueva bajo nuevas formas (Torres Chacón, 2020).
El tiempo que vuelve: lecturas contemporáneas del mito
Los estudios modernos sobre el pensamiento andino sostienen que los mitos de destrucción y renacimiento reflejan una comprensión profunda del tiempo. El Unu Pachakuti representa el equilibrio que debe restablecerse cada vez que el orden se altera. En esta visión, el cosmos es un ser vivo que responde al comportamiento humano y natural. Las catástrofes son respuestas del universo ante el exceso, mecanismos que devuelven el curso de la armonía. Lo que para otras culturas fue castigo, en los Andes es enseñanza (Torres Chacón, 2020).
A lo largo de la historia colonial, los pueblos del altiplano conservaron esta idea de renovación cósmica como un acto de resistencia. El cataclismo no era el fin del mundo, sino la promesa de su retorno. El pachakuti se convirtió en símbolo político y espiritual, expresión de la certeza de que todo dominio termina por volverse sobre sí mismo. Cada diluvio, cada terremoto, cada eclipse anunciaba la llegada de un nuevo tiempo, una nueva oportunidad de restablecer la justicia natural (Gentile Lafaille, 2021).
El pensamiento contemporáneo ha reinterpretado estos mitos como advertencias éticas. El agua, elemento de purificación ancestral, se asocia hoy con los desafíos ambientales del presente. Las lluvias extremas, los desbordes y las sequías recuerdan la fragilidad del equilibrio planetario. El Unu Pachakuti, en clave moderna, se lee como una metáfora de la crisis ecológica global y como llamado a restaurar la reciprocidad perdida con la naturaleza (Potosí Cachimuel, 2022).
El retorno del agua, más que un símbolo del pasado, se convierte en un principio de reflexión. Cada vez que el planeta parece quebrarse, la cosmovisión andina enseña que no hay destrucción definitiva. El ciclo continúa, y con él la posibilidad de un nuevo orden. El diluvio, entonces, no es memoria de ruina, sino promesa de reequilibrio. La historia humana vuelve al punto de partida para recordar su conexión con la tierra que la sostiene (Gentile Lafaille, 2021).
El legado simbólico del Unu Pachakuti
El mito del diluvio andino constituye una de las expresiones más profundas del pensamiento universal sobre la renovación del mundo. La humanidad se purifica a través del agua, y el cosmos recupera su ritmo sagrado. La cueva de Pacaritambo, las montañas del Cusco y las aguas del Titicaca representan la continuidad entre el hombre y lo divino. En esa geografía espiritual se conserva la certeza de que todo renace bajo el amparo de la tierra. La enseñanza es simple: cuando el orden se rompe, el agua vuelve (Asín, 2002).
La permanencia del mito demuestra la coherencia de la visión andina frente al paso del tiempo. Ni la conquista, ni la evangelización, ni los siglos lograron borrar la memoria del Unu Pachakuti. El agua sigue siendo símbolo de pureza y de cambio. En su movimiento circular se inscribe la esperanza del retorno, la promesa de que el mundo puede recomenzar. Esa visión sostiene una ética de la renovación, fundada en la humildad ante las fuerzas naturales (Santa Cruz Pachacuti Yamqui Salcamaygua, ca. 1630.).
En la actualidad, el mito adquiere nueva vigencia. Las transformaciones ambientales y sociales que atraviesa el planeta evocan la idea ancestral del equilibrio perdido. El pachakuti ya no pertenece al pasado mítico, sino a la conciencia contemporánea que busca reencontrar el sentido de armonía con la naturaleza. El agua, elemento de vida y de memoria, vuelve a ocupar su lugar como maestra silenciosa del orden universal (Potosí Cachimuel, 2022).
El legado del Unu Pachakuti no se limita a la mitología, sino que abarca una visión moral del mundo. El hombre, al igual que la tierra, necesita purificarse de sus excesos para volver a empezar. Cada diluvio, real o simbólico, es una oportunidad para restaurar la reciprocidad que sostiene la vida. La cosmovisión andina enseña que nada termina por completo: todo regresa bajo otra forma. En esa certeza, el agua sigue siendo la palabra más antigua y más sabia del universo (Gentile Lafaille, 2021).
Referencias
Asín, F. I. (2002). El sentido del fin del mundo en las tradiciones andinas. Anthropologica, 20(20), Pontificia Universidad Católica del Perú., 97–116.
Gentile Lafaille, M. E. (2021). Algunos aportes de Joan de Santa Cruz Pachacuti a su biografía, y a la Historia andina prehispánica y colonial. Boletín del Museo Chileno de Arte Precolombino, 26(2), 149–170.
Potosí Cachimuel, L. F. (2022). Wiracocha, pastoral católica y mitología del Titicaca. Revista Andina, 60(1), Centro Bartolomé de Las Casas, Cusco., 105–128.
Santa Cruz Pachacuti Yamqui Salcamaygua, J. d. (ca. 1630.). Relación de antigüedades deste reyno del Perú. Cusco, Perú: Manuscrito del siglo XVII conservado en la Biblioteca del Escorial, códice b-II-15.
Torres Chacón, F. A. (2020). El mito del diluvio y las representaciones del fin del mundo en la cosmovisión andina. Lima: Universidad Nacional Mayor de San Marcos.







