Artículo de información

José Carlos Botto Cayo y Abel Marcial Oruna Rodríguez

17 de junio del 2024

León Tolstói fue un destacado novelista, pensador y reformador social ruso, nacido en 1828 en el seno de una familia aristocrática. Aunque inició estudios de derecho y lenguas orientales, pronto los abandonó para dedicarse a la literatura y la observación crítica de la sociedad rusa. Su experiencia como soldado en el Cáucaso y la guerra de Crimea le ofreció una visión profunda del sufrimiento humano, lo que influenció notablemente su obra. En 1869 publicó Guerra y paz, una monumental novela histórica que combinaba personajes ficticios con hechos reales, y en 1877 Anna Karénina, una de las más grandes novelas del realismo europeo, que aborda con crudeza el conflicto entre los deseos individuales y las normas sociales (Infobae, 2020).

Con el paso del tiempo, Tolstói vivió una transformación espiritual profunda. Rechazó la propiedad privada, la Iglesia ortodoxa oficial y el Estado, y abogó por una vida sencilla, basada en la no violencia y el amor cristiano. Esta filosofía lo llevó a escribir ensayos influyentes como El reino de Dios está en vosotros, que inspiraron a líderes pacifistas como Gandhi. Sus ideas provocaron enfrentamientos con las autoridades religiosas y políticas de su tiempo. Murió en 1910, dejando un legado literario y moral que ha influido poderosamente en la literatura, el pensamiento político y los movimientos sociales del siglo XX (Infobae, 2020).

LA INTELIGENCIA
León Tolstoi

I

Rugió el leoncillo, y al sentirse fuerte,
Sacudiendo orgulloso la melena,
Se despidió de su achacosa madre
Queriendo altivo recorrer la selva.
La madre, entristecida,
Con arrogancia y con amor de fiera,
Acarició sí cachorro que por siempre
Dejaba ingrato la tranquila cueva.
Y al mirarlo alejarse,
Con el cariño de las madres buenas,
La vetusta leona
Le dijo entre rugidos de tristeza:

II

– Sé cauto y receloso,
Que del valor no es mancha la cautela;
Sé audaz, y tu bravura
Te dará la victoria más completa
Y verás que en el mundo
Tiene siempre razón quien tiene fuerza;
Desprecia a los cobardes que se arrastran,
Ampara a los que tiemblan,
Destroza sin piedad a los traidores
Y extrema la prudencia
Cuando encuentres al hombre en tu camino;
Huye del hombre, esquiva la pelea,
Porque el hombre es más fuerte y más temible
Que todo lo temible de la tierra.

III

Despreciando consejos maternales
Saltó el leoncillo, y al cruzar la selva
Encontró a un elefante gigantesco
Que caminaba por oculta senda.
– ¿Eres el hombre? – preguntó el cachorro.
– Su esclavo soy -le respondió el atleta;-
Y como esclavo dócil
Voy cargado de leña
Para que mi señor en el invierno
En su hogar, que es mi cárcel, lumbre tenga.-

Asombrado el leoncillo siguió andando,
Y en la llanura inmensa
Encontró a un alazán gallardo y noble
De largas crines y gentil cabeza.
– ¿Eres tú el hombre? – preguntó el cachorro
– Su esclavo soy, le sirvo en sus empresas-
Dijo el corcel.- El freno me esclaviza,
Me aguijan las espuelas,
Y, dócil a mi dueño,
Con él combato en la sañuda guerra
Y en la bendita paz labro los campos
Y convierto en vergeles las estepas.

IV

Atónito el leoncillo volvió al bosque
Y entre robustos troncos y malezas
Escuchó de un lebrel fuertes ladridos.
– ¿Eres el hombre? -preguntó la fiera.
– Soy su esclavo más fiel, su leal amigo-
Dijo ladrando el perro,- y tu presencia
Le advierto cuando ladro de este modo.-
. . . .

Al pie de unas palmeras
Vio el leoncillo agitarse una figura,
Muy débil, muy mezquina, muy pequeña:
-¿Sabes dónde habrá un hombre?
-Preguntó sacudiendo la cabeza
El leoncillo irritado.
Y aquella figurilla tan pequeña
Le contesto sereno: – Aquí me tienes,
El hombre soy, monarca de la tierra.
– Prepárate a morir si eres el hombre –
Rugió el cachorro.- ¡Miserable, tiembla!
¿Cómo tú, tan pequeño y tan mezquino,
Arrancaste a mi padre la existencia?…

V

Tranquilo el hombre se alejó unos pasos;
Y al saltar el león buscando presa,
Sintió herida su zarpa por un hierro
Y vencido rodó sobre la arena.
Prisionero quedó, robustos lazos
Le encadenaron, y en su jaula estrecha
Rugiendo de pesar lloró el leoncillo,
Lloró por vez primera.
– Ya lo ves, soy el hombre – dijo el hombre.-
Y el cachorro, moviendo la melena,
Le preguntó asombrado:- ¿Cómo vences;
Teniendo yo razón, pues tengo fuerza?
– Venzo porque mi fuerza es un destello

Emanado de Dios… ¡la inteligencia!

Referencias

Infobae. (18 de Noviembre de 2020). Infobae. Obtenido de 110 años sin León Tolstói: su vida, su obra, la “resistencia no violenta” y la literatura inmortal: https://www.infobae.com/america/cultura-america/2020/11/20/110-anos-sin-leon-tolstoi-su-vida-su-obra-la-resistencia-no-violenta-y-la-literatura-inmortal/