Artículo de información
José Carlos Botto Cayo y Abel Marcial Oruna Rodríguez
4 de julio del 2025
La historia de ChatGPT no puede entenderse sin remontarse al sueño milenario de conversar con máquinas dotadas de entendimiento. Desde los ingenios mecánicos de Herón de Alejandría hasta la formulación del test de Turing, la humanidad ha proyectado su imaginación hacia una inteligencia artificial que no solo calcule, sino que dialogue. En pleno siglo XXI, este ideal encontró forma tangible en los modelos de lenguaje de OpenAI, siendo ChatGPT su encarnación más reconocida. Surgido como fruto de décadas de avances en redes neuronales y aprendizaje profundo, ChatGPT transformó el horizonte de la interacción digital al ofrecer una herramienta que, más allá de ejecutar comandos, establece conversaciones con sentido, cortesía y asombrosa capacidad de adaptación (Boden, 2016).
Este artículo propone una mirada sistemática sobre el origen, evolución y retos actuales de esta inteligencia conversacional. En primer lugar, repasaremos el surgimiento de OpenAI y las motivaciones que impulsaron su creación. Luego, se abordará el proceso de desarrollo de los modelos GPT, sus principales hitos tecnológicos y las decisiones que dieron forma a ChatGPT. Finalmente, se presentará su integración con herramientas prácticas, como navegadores y hojas de cálculo, y se plantearán interrogantes sobre su uso actual, incluyendo el acceso a internet y los desafíos éticos y comerciales que persisten en su despliegue global.
Orígenes y fundamentos de la inteligencia artificial conversacional
En 2015, un grupo de empresarios e investigadores tecnológicos —Sam Altman, Elon Musk, Greg Brockman y otros— fundaron OpenAI, con la misión de desarrollar una inteligencia artificial general (AGI) que beneficiara a la humanidad. Bajo un modelo inicialmente sin fines de lucro, OpenAI surgió como reacción crítica frente al riesgo de que la IA quedara en manos de corporaciones poco transparentes. Su primer logro relevante fue el desarrollo de GPT-1 en 2018, basado en la arquitectura transformadora introducida por Vaswani et al. (2017) en el artículo “Attention is All You Need”, base de una revolución técnica que sentó las bases de la IA actual (Russell, 2021).
GPT-1, con 117 millones de parámetros, fue el inicio. GPT-2, lanzado en 2019 con 1.5 billones, se mantuvo en reserva ante temores sobre su mal uso, hasta su liberación progresiva. GPT-3 en 2020 fue un salto cuantitativo y cualitativo: 175 billones de parámetros, una sorprendente coherencia textual y una versatilidad que abarcaba desde la redacción creativa hasta el razonamiento lógico. Fue entonces cuando OpenAI inició experimentos de ajuste fino mediante retroalimentación humana (RLHF), que derivaron en la creación de ChatGPT, presentado oficialmente en noviembre de 2022. La diferencia clave fue su orientación conversacional, diseñada no solo para generar contenido, sino para interactuar con los usuarios de forma útil, segura y fluida (Trivedi, 2025).
El lanzamiento público de ChatGPT fue un fenómeno sin precedentes: millones de personas comenzaron a usarlo como asistente personal, generador de ideas, tutor o incluso confidente. La IA conversacional dejó de ser una promesa futurista y pasó a formar parte de la vida cotidiana. Con ello, surgieron nuevas preguntas: ¿cómo debería comportarse una inteligencia artificial en diálogos humanos?, ¿qué límites deben imponerse?, ¿qué tan confiables son sus respuestas? La irrupción de ChatGPT obligó a repensar el vínculo entre el ser humano y la tecnología de forma inmediata y sin manual previo (Russell, 2021).
La alianza estratégica con Microsoft y el salto hacia la integración
La asociación entre Microsoft y OpenAI fue crucial para escalar ChatGPT a nivel global. Desde una primera inversión en 2019, Microsoft aportó más de 13 mil millones de dólares, asegurando el uso exclusivo de la tecnología GPT en sus servicios cloud de Azure. Esta alianza permitió que GPT se integrara en herramientas como Bing, Outlook, Word y Excel, bajo el sello “Copilot”. Millones de usuarios comenzaron a interactuar con ChatGPT sin siquiera saberlo, al recibir sugerencias automáticas, resúmenes o respuestas inteligentes dentro de los entornos de trabajo diario (Trivedi, 2025).
Esta fusión de tecnología conversacional con plataformas ofimáticas significó un cambio de paradigma: la inteligencia artificial ya no era una herramienta adicional, sino un componente estructural de la productividad digital. A su vez, Microsoft inició el desarrollo paralelo de sus propios modelos para garantizar autonomía tecnológica, mientras el acuerdo de exclusividad con OpenAI mantenía una estructura jurídica singular. OpenAI operaba como una organización “capped-profit”, es decir, una empresa con fines limitados, lo que generó tensiones sobre propiedad intelectual, transparencia y control estratégico (Heath, 2023).
En marzo de 2023, se lanzó GPT-4, disponible inicialmente para usuarios de pago como “ChatGPT Plus”. Este modelo incorporó mejoras significativas: mayor razonamiento, capacidad de analizar imágenes, mejor manejo del contexto, y acceso a funciones como exploración web o conexión con hojas de cálculo. Además, se anunció la versión GPT-4o, con capacidades multimodales que permiten recibir y generar texto, audio e imágenes, abriendo paso a interacciones más naturales y completas (Russell, 2021).
Pero este crecimiento no estuvo exento de controversia. La dependencia de una infraestructura específica (Azure), la privatización progresiva del código y la falta de auditorías externas preocupan a diversos sectores. En noviembre de 2023, una crisis interna en OpenAI derivó en el despido temporal de Sam Altman, lo cual reveló fisuras entre las alas éticas y corporativas de la institución. Pese a su reinstalación, la disputa dejó en evidencia que la evolución de ChatGPT no depende solo de avances técnicos, sino también de complejas decisiones humanas y políticas (Levy, 2025).
ChatGPT hoy: Internet, herramientas y la conversación sin fronteras
En la actualidad, ChatGPT es más que un modelo de texto: se ha convertido en una plataforma integral que interactúa con múltiples entornos digitales. La suscripción ChatGPT Plus habilita funciones como el acceso a internet en tiempo real mediante el navegador integrado, la lectura e interpretación de archivos, la conexión con hojas de cálculo en vivo y la generación de imágenes a partir de texto. Esta integración de capacidades ha transformado al asistente en una especie de operador digital universal, capaz de asistir desde tareas domésticas hasta investigaciones científicas o creativas (Russell, 2021).
Además, la personalización ha cobrado protagonismo: los usuarios pueden crear “memorias” para que ChatGPT recuerde preferencias, tono de voz, historial temático y formas de interactuar. Esta dinámica ha generado debates intensos sobre privacidad, consentimiento y manipulación algorítmica. La posibilidad de que una IA recuerde conversaciones, aún en entornos seguros, despierta preguntas sobre vigilancia simbólica y dependencia psicológica. ¿Estamos humanizando demasiado a estas herramientas? ¿Corremos el riesgo de perder el control sobre los relatos que ellas generan en nuestras vidas cotidianas? (Crawford, 2021).
En paralelo, nuevos actores han entrado en escena. Google con Gemini, Anthropic con Claude, Mistral y Meta con LLaMA han multiplicado el ecosistema de modelos de lenguaje. Sin embargo, ChatGPT conserva una ventaja clave: su nivel de integración, su interfaz intuitiva y su constante mejora mediante retroalimentación global. A ello se suma la construcción de una identidad pública sólida, que lo convierte no solo en herramienta, sino en referente cultural de la inteligencia artificial contemporánea (Crawford, 2021).
De cara al futuro, los desafíos permanecen: garantizar transparencia, reducir sesgos, proteger datos, ofrecer acceso justo y equilibrar los intereses comerciales con la responsabilidad ética. ChatGPT no es un destino final, sino un paso en un proceso más amplio de transformación tecnológica y social. La manera en que lo usemos hoy definirá no solo el tipo de inteligencia que construimos, sino también el tipo de sociedad que deseamos preservar.
Referencias
Boden, M. A. (2016). AI: Its nature and future. Reino Unido: Oxford University Press.
Crawford, K. (2021). Atlas of AI: Power, politics, and the planetary costs of artificial intelligence. New Haven, Estados Unidos: Yale University Press.
Heath, A. (18 de Noviembre de 2023). The verge. Obtenido de OpenAI board in discussions with Sam Altman to return as CEO: https://www.theverge.com/2023/11/18/23967199/breaking-openai-board-in-discussions-with-sam-altman-to-return-as-ceo
Levy, S. (30 de Mayo de 2025). Wiewd. Obtenido de How the loudest voices in AI went from ‘Regulate us’ to ‘Unleash us’.: https://www.wired.com/story/plaintext-sam-altman-ai-regulation-trump
Russell, S. J. (2021). Artificial intelligence: A modern approach. Estados Unidos: Pearson.
Trivedi, U. (9 de Marzo de 2025). Bloomberg. Obtenido de Microsoft’s $13 Billion OpenAI Investment Cleared by UK Watchdog: https://www.bloomberg.com/news/articles/2025-03-05/microsoft-s-13-billion-openai-investment-cleared-by-uk-watchdog