Artículo de opinión

José Carlos Botto Cayo y Abel Marcial Oruna Rodríguez

22 de diciembre del 2023

Luciano Pavarotti fue uno de los tenores más famosos y queridos del siglo XX. Nacido en Módena, Italia, desde muy joven demostró su talento para el canto. Tras algunos años como profesor, comenzó su formación operística y pronto destacó en papeles como Rodolfo en La Bohème o Edgardo en Lucia di Lammermoor. Su voz prodigiosa, con brillantes agudos, y su gran musicalidad le permitieron triunfar en los teatros más importantes del mundo.

Pavarotti fue un tenor emblemático, que logró llevar la ópera más allá de las élites y cautivar a públicos masivos. Sus dotes histriónicas y carisma innato hicieron de él una estrella global. Participó en recitales multitudinarios y espectáculos televisivos que popularizaron los grandes árias. Fue fundador de un concurso internacional de canto que lleva su nombre y realizó múltiples labores solidarias. Pavarotti dejó un legado imborrable para la lírica y se ganó el cariño de varias generaciones de melómanos.

Nacimiento e infancia

Luciano Pavarotti nació el 12 de octubre de 1935 en Módena, Italia. Hijo de Fernando Pavarotti y Adele Venturi, Luciano fue el primero de tres hijos. Su padre trabajaba en una panadería, pero era un tenor aficionado con una hermosa voz. Los padres de Luciano notaron su talento musical desde pequeño. Con solo cuatro años descubrieron que el niño tenía oído absoluto al ver que podía identificar notas musicales (Alier, 2009).

La Módena de la década de 1930 estaba llena de ópera, conciertos y recitales. Esto despertó aún más el amor de Luciano por la música. Solía escaparse de casa para ir a ver ensayos de ópera locales. También pasaba horas escuchando discos y cantando arias que memorizaba. A los 9 años se unió al coro de la Iglesia de Módena, donde recibió su primera formación vocal. Allí cantó por varios años mientras cursaba la escuela primaria (Alier, 2009).

Cuando cumplió 12 años, la maestra de música de la escuela preparatoria escuchó cantar a Luciano y quedó impresionada con sus cualidades vocales innatas. Le recomendó seguir cultivando su talento, por lo que el joven Pavarotti comenzó a tomar clases de canto y técnica vocal con maestros locales. Esto sentó las bases para su futuro desarrollo como cantante profesional (Alier, 2009).

Inicios profesionales

Tras recibir educación vocal inicial en Módena, Luciano Pavarotti quería perfeccionar su técnica. En 1954, con 19 años, comenzó a estudiar con el reconocido maestro Arrigo Pola. Bajo su tutela, Pavarotti obtuvo los conocimientos necesarios para desarrollar completamente su voz. En 1955 continuó su aprendizaje en Mantua con Ettore Campogalliani, quien le enseñó a controlar su respiración y a proyectar mejor el sonido (Bocelli, 2013).

El sueño de Pavarotti siempre había sido convertirse en un tenor profesional. Así que en 1959, luego de cumplir el servicio militar, decidió prepararse para los concursos de canto más importantes de Italia. Logró superar las duras pruebas y obtener varios premios que le dieron visibilidad. Además, empezó a conseguir sus primeros contratos pagados en coros y papeles menores (Bocelli, 2013).

El gran momento llegó el 29 de abril de 1961 cuando, tras un corto periodo en el Coro del Teatro Regio de Parma, tuvo la oportunidad de sustituir a un cantante enfermo en la ópera La Bohème representada en Reggio Emilia. Encarnó magistralmente el rol protagónico de Rodolfo y obtuvo un rotundo éxito. Meses después volvería a interpretar al poeta bohemio, esta vez en el prestigioso Teatro de La Fenice de Venecia (Bocelli, 2013).

Tras estas presentaciones, la carrera de Pavarotti despegó vertiginosamente. Entre 1961 y 1965 cantó en Viena, Londres, Ámsterdam, Zurich, Barcelona, Glyndebourne y en teatros de toda Italia. Sus interpretaciones de personajes como Rodolfo, Edgardo en Lucia di Lammermoor y el Duque de Mantua en Rigoletto lo consagraron como una de las jóvenes voces líricas más prometedoras. Para mediados de los sesenta, Pavarotti ya era una celebridad internacional de la ópera (Bocelli, 2013).

Consolidación artística en los 70 y 80

En la década de 1970, Luciano Pavarotti alcanzó nuevas metas en los escenarios líricos más prestigiosos. En 1972 cantó por primera vez en el Teatro Bolshói de Moscú. Ese mismo año protagonizó la primera transmisión vía satélite de una ópera completa, La hija del regimiento de Donizetti, que pudo verse en más de 30 países. Otras presentaciones memorables de los setenta incluyen sus interpretaciones como Rodolfo en La Bohème en el Met de Nueva York y como El duque de Mantua en Rigoletto en La Scala de Milán (Alier, 2009).

Ya para los años ochenta, Pavarotti estaba consolidado como uno de los tenores más admirados a nivel mundial. Seguiría presentándose regularmente en los principales teatros y deleitando al público con papeles donde podía lucir su magnífica voz. Sin embargo, en esta década comenzaría a mostrarse más allá de los escenarios líricos tradicionales. En 1987 ofreció un concierto en el Hyde Park de Londres ante más de 150.000 personas (Bocelli, 2013).

Otro hito de los ochenta fue cuando Pavarotti se unió a sus colegas Plácido Domingo y José Carreras para realizar conciertos masivos bajo el nombre de Los Tres Tenores. Sus presentaciones en los Mundiales de Fútbol de 1990 y 1994 ampliaron su fama a nivel global. Pavarotti entendió como pocos la manera de expandir el alcance de la ópera mediante espectáculos multimedia y televisivos (Alier, 2009).

Los Tres Tenores y la popularización de la ópera

El proyecto de Los Tres Tenores nació en 1990 cuando el empresario Tibor Rudas tuvo la idea de juntar a Luciano Pavarotti, Plácido Domingo y José Carreras, tres de las máximas figuras de la ópera, para un concierto único en la ciudad de Roma. El objetivo era recaudar fondos en la víspera del Mundial de Fútbol de 1990. El recital superó todas las expectativas y se convirtió en un éxito de audiencia a nivel global (Meléndez-Haddad, 2003).

Ante la gran acogida, Los Tres Tenores siguieron ofreciendo presentaciones multitudinarias y producciones discográficas y televisivas. Sus interpretaciones de arias y canciones napolitanas introdujeron la lírica a legiones de nuevos admiradores. Pavarotti en particular conectaba de manera especial con el público. Su carisma, sus gestos teatrales y el brillo singular de su voz cautivaban en cada presentación (Meléndez-Haddad, 2003).

Los conciertos de Los Tres Tenores en ocasiones especiales como los Mundiales de 1994 y 1998 se convirtieron en eventos seguidos por cerca de mil millones de espectadores. Nadie había logrado dar semejante proyección mediática a la ópera desde Caruso en las primeras décadas del siglo XX. Pavarotti entendió perfectamente cómo adaptar el bel canto a los formatos de entretenimiento de masas sin perder calidad artística. Este fue uno de sus grandes legados para popularizar la música clásica (Meléndez-Haddad, 2003).

Últimos años y legado de un icono lírico

A inicios del nuevo siglo, Pavarotti redujo la cantidad de presentaciones operísticas para concentrarse en recitales y labores filantrópicas. En 2000 formó la Fundación Pavarotti para ayudar a niños discapacitados mediante la musicoterapia. Ese año ofreció su concierto número 383 en Módena, su ciudad natal, ante 30.000 admiradores (Hola, 2007).

En 2003 anunció que dejaría los escenarios operísticos, pero seguiría haciendo algunas apariciones especiales y dedicándose a su fundación benéfica y a promover jóvenes talentos líricos. En 2004 recibió la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes de España por su extraordinaria trayectoria artística (Hola, 2007).

El 6 de septiembre de 2007, Luciano Pavarotti falleció en su casa de Módena tras batallar contra un cáncer de páncreas. Tenía 71 años. Se celebraron misas y homenajes en honor al reconocido tenor (Hola, 2007).

La trayectoria de Luciano Pavarotti marcó una era dorada para la ópera y sus intérpretes. A través de sus más de cuatro décadas sobre los escenarios líricos, deleitó a los melómanos con su técnica depurada y musicalidad excepcional. Participó en los teatros y compañías más destacados del circuito y trabajó junto a importantes directores y cantantes del género. Pero, además, supo reinventar el modelo tradicional de divulgación de este arte, acercándolo a sectores antes ajenos al bel canto. Sus presentaciones masivas y sus colaboraciones mediáticas expandieron considerablemente la audiencia e interés por la ópera. Más allá de polémicas y honores, el nombre de Pavarotti quedará inevitablemente unido al esplendor vocal de la lírica contemporánea.

Referencias

Alier, R. (2009). Luciano Pavarotti. El artista y el hombre. Barcelona: Ediciones Robinbook.

Bocelli, A. ( 2013). A Luciano Pavarotti: un maestro per tutti. Italia: MONDADORI .

Hola. (11 de Setiembre de 2007). Pavarotti, págs. https://www.hola.com/biografias/luciano-pavarotti/.

Meléndez-Haddad, P. (2003). Plácido Domingo El Superhéroe. Opera actual, ISSN 1133-4134, Nº. 57, 20 -24.