Artículo de información

José Carlos Botto Cayo y Abel Marcial Oruna Rodríguez

4 de noviembre del 2023

La ortografía ha sido motivo de preocupación desde la antigüedad. En la Edad Media surgieron leyendas que advertían sobre los peligros de cometer errores ortográficos. Una de las más curiosas es la de Titivillus, un demonio cuya misión era recoger los errores de escritura de los monjes copistas para llevárselos al infierno.

Titivillus aparece por primera vez en textos del siglo XVI, pero la leyenda se remonta a los monasterios medievales. Se decía que este diablo merodeaba por los scriptoriums observando por encima del hombro de los monjes mientras copiaban manuscritos. Con una bolsa al hombro, Titivillus recogía cada error cometido -letras mal trazadas, palabras mal escritas, omisiones- para agregarlas a su colección. Cuanto más llena estaba la bolsa, mayor era el castigo que recibiría el monje descuidado tras su muerte. La leyenda de Titivillus servía para recordar la importancia de la precisión en la trascripción de textos sagrados. Aunque hoy se considera una curiosa invención medieval, en su época la historia de este demonio ortográfico ayudó a mejorar los estándares de escritura.

El origen

Titivillus es descrito como un demonio cojo con una gran bolsa en la espalda. Su trabajo consiste en recoger los errores gramaticales y ortográficos cometidos por copistas y escribas. Merodea por monasterios y scriptoriums observando por encima del hombro de los monjes mientras trabajan en la copia de manuscritos. Cuando detecta un error, lo recoge rápidamente y lo guarda en su bolsa. Cuanto más llena está esta bolsa, se dice que mayor será el castigo que recibirá el monje culpable tras su muerte (Gonzáles Montañés, 2018).

La primera mención conocida de Titivillus se encuentra en las narraciones de milagros de san Bonifacio en el siglo VIII. Sin embargo, su leyenda no se populariza hasta el siglo XVI. En esta época se escribieron tratados enteros dedicados a Titivillus y su misión de castigar a los escribas descuidados. Se le representa gráficamente como un demonio enano y cojo con grandes orejas y nariz, espiando por encima del hombro de un monje que escribe (Gonzáles Montañés, 2018).

Titivillus pertenece a la categoría de demonios cuya función es registrar los pecados humanos y llevar la cuenta de ellos al infierno. Al concentrarse en los errores de escritura, refleja la gran importancia que la Iglesia medieval daba al cuidado y precisión de los textos religiosos. La leyenda de este diablo buscaba recordar a los monjes la gravedad de cometer faltas en los manuscritos sagrados que copiaban. Aunque se trata de una invención medieval, la historia de Titivillus ayudó a motivar una mayor diligencia en el trabajo de los escribas (Gonzáles Montañés, 2018).

El demonio en el medioevo

En los monasterios medievales, la preocupación por evitar errores en los manuscritos sagrados era muy grande. Los monjes creían que cualquier falta cometida en el proceso de copia abría la puerta al demonio Titivillus. Se decía que este diablo cojeaba por los scriptoriums buscando descuidos para llevarse al infierno (Sánchez Luna, 2016).

Titivillus no actuaba solo. Se le representaba acompañado por otros diablos que ayudaban en su tarea de vigilar a los escribas. Estos diablillos se burlaban de los monjes distraídos y trataban de confundirlos para que cometieran más errores. Cuando Titivillus llenaba su bolsa, se la entregaba a Satán como prueba de los pecados de cada monje (Sánchez Luna, 2016).

Para los monjes medievales, Titivillus representaba la encarnación del pecado de negligencia. El sólo hecho de nombrarlo era motivo de vergüenza y pánico. Se creía que este demonio actuaba más frecuentemente los lunes y sábados, cuando el cansancio acumulado hacía más fácil equivocarse. También aprovechaba los momentos en que los monjes se distraían con el hambre o el frío (Sánchez Luna, 2016).

Aunque Titivillus era originalmente un invento medieval, su leyenda perduró hasta el siglo XVI. En esta época el interés renovado en textos clásicos llevó a verlo como el demonio especializado en errores de gramática y ortografía. Los humanistas retomaron al imaginario Titivillus para enfatizar la importancia del conocimiento del latín y el griego (Sánchez Luna, 2016).

Error en la Biblia

Una edición famosa de la Biblia que evoca la leyenda de Titivillus es la «Biblia Maldita» de 1631. Esta versión en inglés, publicada por Robert Barker y Martin Lucas, contenía una errata tipográfica muy grave en uno de los Diez Mandamientos (Letras, 2023).

En el séptimo mandamiento, el texto impreso decía «No cometerás adulterio». Pero por un error, la palabra «no» fue omitida, quedando como «Cometerás adulterio». Barker ya había tenido problemas antes por errores en sus impresiones, por lo que el rey Carlos I lo condenó a pagar una fuerte multa por este grave fallo (Letras, 2023).

El error en un texto tan sagrado como los Diez Mandamientos fue visto como obra de Titivillus. Se pensaba que este demonio se había infiltrado en la imprenta para sembrar el caos. La «Biblia Maldita» fue un escándalo y casi todas sus copias fueron destruidas tan pronto como se detectó la errata (Letras, 2023).

El incidente arruinó la carrera de Barker. Murió en la pobreza en la prisión de Fleet por deudas. Pero su Biblia defectuosa pasó a la posteridad como un ejemplo legendario de las desgracias que podía causar el antiguo Titivillus incluso en la era de la imprenta moderna (Letras, 2023).

Titivillus en la modernidad

Aunque su origen está en la Edad Media, la leyenda de Titivillus perduró incluso hasta la era moderna. Autores de los siglos XVIII y XIX recurrieron a este personaje para satirizar problemas contemporáneos. Ya no se le veía merodeando por los monasterios, sino causando estragos en imprentas y oficinas gubernamentales (Mamani Aruquipa, 2013).

Uno de los que menciona a Titivillus es el filósofo alemán Arthur Schopenhauer en su ensayo publicado en 1851. Schopenhauer compara los errores de imprenta con las travesuras del demonio medieval. Según él, así como Titivillus atormentaba a los monjes copistas, este espíritu maligno ahora introduce equivocaciones en los textos impresos modernos (Mamani Aruquipa, 2013).

Otros autores posteriores también evocaron la imagen de Titivillus para referirse en tono humorístico a los desafíos de la composición tipográfica. El antiguo demonio medieval encontró así una renovada fama entre los escritores de los últimos siglos, convirtiéndose en metáfora de las dificultades persistentes para evitar fallas en la escritura (Mamani Aruquipa, 2013).

Referencias

Gonzáles Montañés, J. I. (2018). Titivillus: Il demone dei refusi. Italia: Graphe.it Edizioni.

Letras. (17 de Marzo de 2023). Cultura colectiva. Obtenido de El error que convirtió a la Biblia en un libro maldito y acabó con la vida del editor: https://culturacolectiva.com/arte/letras/error-biblia-maldita-adulterio-barker-titivillus/

Mamani Aruquipa, J. J. (2013). El arte de sobrevivir. Epublibre.

Sánchez Luna, J. A. ( 2016). Manuscritos medievales iluminados, una iluminación para la Edad Media. Biblioteca Universitaria, vol. 19, núm. 1, julio-diciembre, 73-89.