Artículo de información
José Carlos Botto Cayo y Abel Marcial Oruna Rodríguez
7 de agosto del 2023
La evangelización del Nuevo Mundo tras el arribo de los europeos implicó el ingreso de numerosas órdenes religiosas a territorio americano. Entre los misioneros católicos que recorrieron extensos parajes para expandir la fe cristiana se encuentra la figura del fraile español San Francisco Solano (1549-1610). Nacido en Montilla, Solano profesó como franciscano motivado por la vocación de pobreza y sacrificio de la orden. Luego de una fructífera labor predicando en el sur de España, partió como misionero hacia el virreinato del Perú en 1589 (Luque Alcaide, 2020).
Tras arribar a Lima y aprender algunas lenguas nativas, Solano inició la monumental tarea de recorrer miles de kilómetros a pie por los actuales Perú, Bolivia, Chile, Argentina y Paraguay. Con tenacidad evangelizó poblados originarios y españoles, distinguiéndose por su capacidad para atraer a las tribus más renuentes. atribuyéndosele episodios extraordinarios como la pacificación de belicosos grupos indígenas. San Francisco Solano se erigió por su incansable labor en uno de los máximos exponentes de la evangelización en Sudamérica en los albores de la colonia (García, 2016).
Historia
Francisco Solano nació el 10 de marzo de 1549 en la villa cordobesa de Montilla, perteneciente a la poderosa familia de los Fernández de Córdoba. Fue el tercer hijo del matrimonio formado por Mateo Sánchez Solano y Ana Jiménez Gómez, un hogar de comerciantes acomodados (Varios, 2023).
Los vecinos de Montilla lo recordaban en su niñez como un joven «de natural despierto, inteligente y de buena memoria». Desde pequeño mostró inclinación por compartir sus conocimientos, enseñando a leer y escribir a otros niños que no tenían acceso a la educación formal (Luque Alcaide, 2020).
Ingresó primero a la escuela de gramática de su ciudad natal, para luego trasladarse al colegio de los padres jesuitas en Córdoba y completar sus estudios secundarios (Luque Alcaide, 2020). Sus padres tenían planeado que Franciscao siguiera la tradición familiar y estudiara medicina en la prestigiosa universidad cordobesa. Sin embargo, el joven optó por seguir su vocación religiosa dentro de la orden franciscana (Varios, 2023).
Ingreso a la Iglesia
Tras completar su formación básica, Francisco Solano decidió dar un giro a su destino y en 1569, a los 20 años de edad, ingresó como novicio en el convento franciscano de San Lorenzo de Montilla. En este cenobio profundizó en la vocación de pobreza y sacrificio propia del espíritu de la orden franciscana, identificándose plenamente con los ideales de San Francisco de Asís (Vargas Ugarte, 2002).
Durante su noviciado, Solano se dedicó con disciplina al estudio del latín y la liturgia, a la vez que llevaba una vida de ascetismo y mortificación (Luque Alcaide, 2020). Según los testimonios de la época, Francisco «dormía en una corcha en el suelo y un zoquete para cabecera, caminaba descalzo» (Vargas Ugarte, 2002).
El 25 de abril de 1570 realizó su profesión religiosa y, dados sus talentos musicales, fue aceptado en el coro de la orden franciscana. Poco después fue trasladado al convento de Nuestra Señora de Loreto para realizar sus estudios de Teología y ser ordenado sacerdote (Luque Alcaide, 2020).
El 4 de octubre de 1576, en la festividad de San Francisco de Asís, Solano fue finalmente ordenado presbítero. Tenía ya 27 años y se encontraba plenamente preparado para comenzar su labor evangelizadora (Vargas Ugarte, 2002).
Predicador en España
Tras su ordenación en 1576, San Francisco Solano fue nombrado predicador y confesor por sus superiores franciscanos, labores que requerían de mucho estudio y dedicación constante. Inicialmente fue enviado a pequeñas localidades del Aljarafe sevillano como Umbrete, Villanueva y Espartinas para desempeñar su ministerio pastoral (Varios, 2023).
Sus sermones se caracterizaban por «llegar hasta el fondo del corazón de los pecadores y conseguir grandes conversiones» (Vargas Ugarte, 2002). Solano dedicaba largas horas de preparación espiritual antes de cada predicación, lo que las dotaba de gran poder de convicción entre los feligreses (Luque Alcaide, 2020).
Esta primera etapa como predicador en Andalucía le dio a Solano una valiosa experiencia para forjar sus dotes evangelizadoras, antes de pasar a desempeñar su vocación misionera en América.
Partida como misionero a América
En 1589, San Francisco Solano integró un grupo de franciscanos que partieron como misioneros al Nuevo Mundo por requerimiento del rey Felipe II. Tras un azaroso viaje, arribó al puerto del Callao en el virreinato del Perú en 1590 y poco después se trasladó a Lima (Luque Alcaide, 2020).
Desde la capital virreinal, Solano emprendió la titánica labor de recorrer a pie miles de kilómetros por los territorios de los actuales Perú, Bolivia, Chile, Argentina y Paraguay. Con fervor evangelizó a poblaciones originarias y fundó conventos, ganándose el título de «Apóstol de América» (Varios, 2023).
Tras dos décadas de incansable labor misionera, ya anciano, San Francisco Solano regresó a Lima donde falleció el 14 de julio de 1610. Dejó un legado de profunda devoción y vasta obra evangelizadora en Sudamérica (Vargas Ugarte, 2002).
Prodigios y episodios extraordinarios
A lo largo de su dilatada labor evangelizadora, se atribuyeron a San Francisco Solano diversos sucesos y habilidades extraordinarias que reforzaron su fama de santidad entre los feligreses.
Uno de los dones que más asombro causaba era su capacidad para aprender con gran facilidad las lenguas indígenas, lo que le permitía predicar y conectar rápidamente con las tribus nativas durante sus travesías misioneras por Sudamérica (Vargas Ugarte, 2002).
Asimismo, se le adjudican episodios prodigiosos como apaciguar con su sola presencia a tribus guerreras, domar toros enfurecidos e incluso detener un terremoto en Lima al elevar sus plegarias. Estos sucesos alimentaron la imagen de San Francisco Solano como un taumaturgo (Vargas Ugarte, 2002).
En la ciudad de La Rioja, Argentina, el Santo habría detenido el ataque de cientos de indígenas con sólo exhibir un crucifijo, para luego predicarles y bautizarlos. Este episodio se narra como uno de sus milagros más célebres (Varios, 2023).
Camino a la santidad
Tras su fallecimiento en Lima en 1610, rápidamente se extendió la fama de santidad de Francisco Solano por los territorios que recorrió como incansable evangelizador . Sus exequias fueron una multitudinaria manifestación pública de devoción, a la que asistieron todas las autoridades virreinales así como feligreses de todos los estratos sociales, que veían en él a un santo varón (Vargas Ugarte, 2002).
Pronto surgió un movimiento espontáneo para promover su canonización, el cual tomó impulso cuando en 1630 el sacerdote Dionisio de Córdoba escribió la primera biografía de Solano, narrando exhaustivamente sus virtudes y milagros. Esta obra fue esencial para iniciar el proceso de beatificación ante la Santa Sede (Varios, 2023).
Finalmente, el 24 de enero de 1675 el Papa Clemente X beatificó oficialmente a Francisco Solano mediante decreto papal. Más de medio siglo después, el 27 de diciembre de 1726, el Pontífice Benedicto XIV lo canonizó como santo de la Iglesia Católica, 2020). De esta manera se reconoció oficial y universalmente su ejemplar vida de fe y la santidad alcanzada por este virtuoso evangelizador (Luque Alcaide, 2020).
Referencias
García, P. (5 de Febrero de 2016). catholic.net. Obtenido de Francisco Solano, Santo: http://es.catholic.net/op/articulos/32189/francisco-solano-santo.html
Luque Alcaide, E. (15 de Julio de 2020). Diccionario Biográfico Español. Obtenido de San Francisco Solano: https://dbe.rah.es/biografias/9867/san-francisco-solano
Vargas Ugarte, R. (8 de Febrero de 2002). Franciscanos. Obtenido de San Francisco Solano: http://www.franciscanos.org/bac/fsolana.html
Varios. (31 de Enero de 2023). Diosesis de Cordoba. Obtenido de San Francisco Solano: https://www.diocesisdecordoba.es/santo-del-dia/san-francisco-solano