Artículo de opinión
José Carlos Botto Cayo
5 de diciembre 2022
Para llegar a la independencia del Perú, hemos tenido muchas personalidades que aportaron con su lucha y sacrificio, uno de ellos fue Micaela Bastidas, esposa de Tupac Amaru II. Ella al igual que él, lucharon juntos para lograr la libertad de nuestro actual Perú.
Su nombre fue Micaela Bastidas Puyucahua, una mestiza hija de una indígena y de un español descendiente de africanos, Josefa Puyuqawa y Manuel Bastidas. Se casó muy joven, a la edad de quince años, con José Gabriel Condorcanqui (Túpac Amaru II). De este matrimonio nacieron tres hijos quienes fueron Hipólito en 1761, Mariano en 1762 y Fernando en 1768 (Porporato, 2017).
Micaela recibe la educación elemental, que era usual en esa época, en letras y artes para las mujeres. De otro lado, la formación en lo político viene por parte de su esposo, quien la prepara en el conocimiento de la realidad y en difundir las ideas de libertad para despertar a la población y que se uniesen a la causa (Víctor Moreno, 2016).
¿Cómo era Micaela Bastidas?
Las narraciones, sobre Micaela Bastidas, nos la describen como una mujer joven de belleza muy particular, de cuello esbelto y porte distinguido. Su cabello ondulado y la tez bronceada daban cuenta de sus raíces afroamericanas, lo que le valió el sobrenombre de “Zamba” en boca de sus enemigos (Víctor Moreno, 2016).
Durante el periodo colonial, el calificativo de zambo era a las personas que fueran descendientes del mestizaje entre indígenas americanos y negros africanos. Los europeos categorizaban a los grupos humanos del período colonial de América como blancos, negros e indios (Víctor Moreno, 2016).
Las mezclas de las razas entre las castas antes mencionadas daban como resultado a los llamados mestizos, mulatos y zambos. En la actualidad a aquellos que no están incluidos en la categoría de blancos, son llamados mestizos (Víctor Moreno, 2016).
La rebelión
El 4 de noviembre de 1780 se iniciará la rebelión en la ciudad de Tinta. En este punto, Micaela se caracterizará por dar aliento a las tropas mediante la atención de la retaguardia, y el aprovisionamiento de las huestes. Estos días fueron difíciles para ella debido a que estando alejada de su marido se hizo cargo de la hacienda, de sus hijos y también del sostenimiento de la retaguardia indígena. Ella fue una mujer muy destacada, de un carácter fuerte, era segura de sí misma, sumamente crítica y siempre de tener alguna iniciativa y confidente de Tupac Amaru II. Su participación fue clave para ir difundiendo e ir ganando más seguidores para la rebelión que se estaba iniciando (Pueblos originarios, 2020).
Ellos trabajaron en conjunto desde diferentes frentes, mientras Tupac Amaru realizaba su marcha triunfal en Puno, Micaela iba organizando a la gente en Cusco, donde comprometió a vecinos notables, caciques, y clérigos, realizando una gran labor en la difusión de las ideas de revolución, organizando las tropas y toda clase de esfuerzo para aislar al Cusco y cortar las comunicaciones realistas en la Capital del Virreinato (Pueblos originarios, 2020).
“El 18 de noviembre de 1780, Tupac Amaru II al frente de nutridas huestes vence a un ejército de 1.200 españoles en la Batalla de Sangarará. El matrimonio es excomulgado de la iglesia, acusados de profanadores, al haber destruido la iglesia del pueblo” (Pueblos originarios, 2020).
Carta de Micaela Bastidas reprochando a Tupac Amaru II
Durante la campaña, Micaela escribió muchas cartas a su esposo, demostrando en ellas el gran espíritu de lucha y su entrega total a la campaña que venían realizando. Al inicio de la campaña, Micaela aconsejo a su esposo que tomaran el Cusco, lo cual hubiera hecho que fuera casi imposible para los españoles tomar la ciudad nuevamente (Porporato, 2017).
La siguiente es una carta de Micaela en la cual critica a su marido por como esta llevando la campaña:
“6 de diciembre de 1780. Reprocha la conducta de su marido.
Tú me has de acabar de pesadumbre, pues andas muy despacio paseándote en los pueblos y más en Yauri, tardándote dos días con gran descuido, pues los soldados tienen razón de aburrirse e irse cada uno a sus pueblos. Yo ya no tengo paciencia para aguantar todo esto, pues yo misma soy capaz de entregarme a enemigos para que me quiten la vida, porque veo el poco anhelo que vez este asunto tan grave, que corre detrimento la vida de todos y estamos en medio de los enemigos, que no tenemos hora segura de vida y por causa están a pique de peligrar todos mis hijos y los demás de nuestra parte. Harto te he encargado que no te demores en esos pueblos, donde no hay que hacer cosa ninguna, pero tu te preocupas en pasear sin traer a consideración que los soldados carecen de mantenimiento, aunque se les de plata y esta que ya se acabara al mejor tiempo, y entonces se retiraran todos despojándonos desamparados, para que paguemos con nuestras vidas. Porque ellos (como abras reconocido) solamente van al interés y a sacarnos los ojos de la cara y más ahora que los soldados se van retirando con la voz que Vargas y Ore habían esparcido de que los de Lampa unidos con las otras provincias y Arequipa te van a cercar y se han amilanado, procurando remontarse temerosos del castigo que le pudieran sobrevenir. Y se perderá toda la gente que tengo prevenida para la bajada del Cusco y este se unirá con los soldados de lima que ya tienen muchos días en camino. Todo esto te lo prevengo como que me duele, pero si tu quieres nuestra ruina, puedes echarte a dormir como tuviste el desahogo de pasearte solo por las calles del pueblo Yauri, hasta que llegaste al extremo de subir a la torre, cuando en ti no cabía pasar a estos excesos en la estación presente. Pues estas acciones no correspondían a tu honor, si no a difamarte y que hagan poco concepto de tu persona. Yo creí que de día y de noche estuvieses entendiendo en disponer estos asuntos y no tanto descuido, que me quita la vida que ni aun ya tengo carnes, ni estoy en mi y así te pido adelantes este particular, tu me ofreciste cumplir tu palabra, pero desde ahora no eh de dar crédito a tus ofrecimientos, pues me has fallado a tu palabra. Yo no siento perder mi vida, sino de esta pobre familia que necesita todo auxilio, y así si viniesen los de Paruro como te insinué mi anterior,pronta a caminar con la gente dejando a Fernando en un lugar destinado, pues los indios no son capaces de moverse en este tiempo de tantas amenazas. Bastantes advertencias te di para que inmediatamente fueses al Cusco, pero haz dado todo a la barata, dándoles tiempo para que se prevengan, como lo han hecho poniendo cañones en el cerro Pícchu y otras tramoyas tan peligrosas, que ya no eres sujeto de darles avance. Y adiós que te guarde muchos años. Tungasuca y Diciembre 6 de 80. También te hago presente como los indios de Quispicanchis, ya se hallan rendidos y aburridos con tanto tiempo de servir de guardias en fin, Dios querrá que padezca por mis pecados” (Pueblos originarios, 2020).
Caída de Micaela
Luego de que uno de sus hombres traicionara a Tupac Amaru, Micaela Bastidas fue capturada y enjuiciada con sentencia de estrangulamiento. En la Plaza de Armas de Cuzco rodeada de soldados españoles, el 18 de mayo 1781 Tupac Amaru fue obligado a ver, junto a su esposa, el ahorcamiento de su hijo Hipólito. Luego de ello, le tocaría el turno a ella, quien fuera estrangulada.
Referencias
Porporato, M. (9 de mayo de 2017). Biografía. Obtenido de https://biografia.co/micaela-bastidas/
Pueblos originarios. (18 de Octubre de 2020). Obtenido de https://pueblosoriginarios.com/biografias/micaela.html
Víctor Moreno, M. E. (2 de Junio de 2016). Busca biografias. Obtenido de https://www.buscabiografias.com/biografia/verDetalle/9106/Micaela%20Bastidas%20Puyucahua