La vida trae momentos de fracturas,
cuando la piel se envejece,
dejando miradas gastadas en el rostro,
como el recorrido de una larga vida.
Pasamos los caminos cansados
en calles desconocidas,
en el laberinto de las ideas
que alguna vez cruzamos.
Hay tanta confusión en el camino,
en palabras que adornan los poemas,
narrando tantas sensaciones
como las miradas de los peregrinos.
Aunque el alma se canse y desgaste,
sigue adelante, sin rendirse jamás.
Encuentra fuerza en los recuerdos,
en la sabiduría que el tiempo le da.
La travesía es larga y sinuosa,
pero cada paso nos acerca a la luz.
Descubrimos que la belleza se halla
en los detalles más simples de la vida.
El camino se abre ante nosotros,
invitándonos a explorar lo desconocido.
Cada experiencia nos transforma,
enriqueciendo nuestros pensamientos.
Así transcurre el viaje interminable,
dejando huellas imborrables.
Abrazando altibajos con gracia,
celebrando la grandeza de existir.
José Carlos Botto Cayo
Fuente: Botto Cayo, J. C. (s.f.). Bottocayo. Obtenido de https://bottocayo.com/
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