En los silencios de la noche
las palabras nacen,
susurros que flotan en la brisa,
voces que el viento arrastra.

Dibujadas en el aire cada noche,
surgen espontáneas, juguetonas,
buscando ser atrapadas por oídos atentos,
ansiosas por cobrar vida en labios de poetas.

Vuelan libremente entre las estrellas,
danzando, girando, festejando
esa libertad que solo los ángeles

Revolotean traviesas en la mañana,
emiten cantos, emiten risas,
juegan entre las nubes
mientras el sol se asoma tímido.

Y cuando el astro rey se eleva
ellas descienden raudas,
suscitando ideas en mentes soñadoras,
insuflando versos en tinteros secos.

Los poetas en las tardes silenciosas
suelen jugar a las escondidas
con las palabras que escapan rápidas,
buscándolas ansiosos entre rimas.

Ellas que son juguetonas y escurridizas
van dejando huellas en los versos,
semillas de poemas entre líneas,
escondites de vida en metáforas audaces.

Los ángeles desde el cielo se divierten
viendo al poeta absorto en su búsqueda,
miran complacidos su entusiasmo
cuando atrapa fugaces inspiraciones.

Celebran en silencio ese ritual secreto,
el juego de capturar lo intangible,
de dar cuerpo y alma a las ideas
y convertirlas en arte, en poesía.

Y cuando el poeta al fin logra plasmar
con tinta imborrable los suspiros de la noche,
los ángeles aplauden y se regocijan
por el misterio que es la creación.

José Carlos Botto Cayo

Fuente: Botto Cayo, J. C. (s.f.). Bottocayo. Obtenido de https://bottocayo.com/