Un aroma de mujer
delicado y sutil
culminó un viaje de milenios
en una ventana cercana.
Tan poderosa fragancia
traía consigo un recuerdo
sólo reconocible por sus actores.
Sensaciones tan antiguas
como el renacer de un fénix,
que ceniza a ceniza va recreándose
como los sueños,
como los amores,
como los reencuentros.
Es así que al llegar a mí
un remolino de pasiones surgió
llevándome a moldear tu rostro
en esos sueños escritos
que siempre llevo conmigo.
Comprendí el significado de eternidad
que en mi soledad olvidé;
sólo pude recordarlo con tu amor,
ya que el tiempo lleva tu nombre
usando el aire como suspiro de alma.
Es que te amé desde el origen,
cuando planeábamos nuestras vidas futuras
planeando juegos del reencuentro,
sabiendo que coincidiríamos
como hoy,
como ayer,
como en las próximas vidas.
Sólo para amarnos nuevamente,
cerrando nuevos círculos
que culminan con un «te amo».
Jose Carlos Botto Cayo
Fuente: Botto Cayo, J. C. (s.f.). Bottocayo. Obtenido de https://bottocayo.com/