Artículo de opinión
José Carlos Botto Cayo

5 de diciembre 2022

Una personalidad que destacó en luchas navales como Blas de Lezo y Olavarrieta es objeto de estudio en este artículo. Este marino, el cual sufrió varias amputaciones en servicio, llego a figurar entre los hombres de la armada más destacados en el viejo mundo. Nació en Pasaia (Guipúzcoa) el día de san Blas: un 3 de febrero de 1689. es uno de los mejores y más relevantes estrategas de la historia de la Armada española (Razon, 2022).

Su historia 

“Nació en el seno de una familia de la pequeña nobleza guipuzcoana con ciertas vinculaciones con el mar. En 1702 ingresó como guardia marina en la Armada Francesa, pues las marinas de guerra española y francesa habían sido unidas tras la llegada al trono de España de Felipe V. Su primera acción de guerra fue la batalla naval de Vélez Málaga (24 de agosto de 1704), donde una bala de cañón le arrancó la pierna izquierda por debajo de la rodilla, y en la que por su comportamiento Luis XIV le ascendió a alférez de vajel de alto bordo y Felipe V le concedió una merced de hábito. En las operaciones de bloqueo naval y asedio a Barcelona se distinguió combatiendo contra barcos ingleses que le superaban en número. En otra acción contra navíos de la Armada de Saboya, fue herido en el ojo izquierdo perdiendo la visión en éste. Destinado al puerto de Rochefort apresó un total de once barcos enemigos. En 1707 fue ascendido a teniente de vagel de guardacosta y en 1710 a capitán de fragata. Este último año combatió y apresó al navío inglés Stanhope de mayor tamaño y potencia de fuego, victoria que le hizo famoso. En 1712 la Armada española se independizó de la francesa y Lezo pasó a servir en la escuadra de Andrés de Pez, cuyos informes favorables serían determinantes para su ascenso, ese mismo año, a capitán de navío. En 1714, durante el asedio a Barcelona, al mando del Campanela, una bala de mosquete le dejó inútil el brazo derecho” (Saravia, 2018).

Debido a todos estos percances, con apenas veintiséis años, Blas de Lezo era ya cojo, tuerto y manco, pero su leyenda estaba empezando y se había vuelto un personaje entre los marineros de la época que lo llamaban anka motz (“pata de palo” en vasco) (Saravia, 2018).

En los años siguientes será enviado a América latina y en 1720 lo nombraran capitán del buque Nuestra señora del Pilar, integrado en una escuadra hispano francesa. Va a partir a las costas de Perú con el fin de combatir a los corsarios y piratas que operaban por esas zonas. Al paso de los siguientes tres años, en condiciones de navegación muy duras, el general al mando de la “Escuadra del Mar del Sur”, Bartolomé de Urdinso va a caer enfermo, lo que hace que Blas de Lezo y Olavarrieta asuma el cargo de general de la Armada y jefe de la Escuadra del Mar del Sur el 16 de febrero de 1723 (de la Morena, 2022).

En este periodo, Blas de Lezo hace una excelente relación de trabajo con el arzobispo virrey fray Diego Morcillo, ya que ambos consideraban prioritario contar con una poderosa flota de guerra. Como jefe de la Escuadra del Mar del Sur, Lezó se dedicó a reorganizar y modernizar su escuadra y, a principios de 1725, luego de una buena estrategia de combate, capturó al corsario holandés, Flissinguen, y puso en fuga a otros cuatro barcos enemigos. El recibimiento de Lezo en Callao fue apoteósico y su fama corrió de puerto en puerto. En Lima, cconocería a Josefa Pacheco de Bustos, quien era hija de un acaudalado comerciante. Empezará a frecuentarla para posteriormente, contraer matrimonio con ella el 5 de mayo de 1725 (Saravia, 2018).

Unos años después, Lezo fue a Alicante para unirse a la expedición española reunida para recuperar Orán, al mando de Francisco Cornejo, en junio de 1732, convirtiéndose en el segundo al mando. Luego de una batalla, en la que salieron triunfantes, las tropas entrarán a la plaza el 1 de julio de 1732. Escasas semanas después de haber zarpado la escuadra española se produjo un contraataque apoyado por nueve galeras del Bey de Argel. Lezo regresó con refuerzos y, consciente que la amenaza contra Orán persistiría mientras la flota enemiga no fuese destruida, se dispuso a perseguirla. En febrero de 1733 la encontró fondeada en la ensenada de Mostagán, en la costa de Argelia, defendida por dos fuertes artillados. Tras una dura pelea capturó la nave almiranta argelina, incendió el resto de sus buques y destruyó los fuertes en tierra. Tras la victoria, pasó casi dos meses patrullando la zona hasta que a bordo se declaró una epidemia de calentura que afectó al propio Lezo, quien cayó enfermo, por lo que tuvo que regresar a Cádiz, donde hubo de guardar cama durante una larga temporada (Saravia, 2018).

La última batalla: El asalto Ingles

Llegamos al año 1741, las últimas batallas de Lezo, quien enfrentaría a Inglaterra al mando del Almirante Edward Vernon, un aristócrata de influyente familia que gozaba de gran experiencia tanto política como militar. La ambición del Almirante, lo llevó a tratar de conquistar Cartagena de Indias, con lo cual pensaba conseguir la llave de las comunicaciones españolas en el continente y bloquearía el flujo de metales preciosos hacia la ciudad. El resto de las posesiones españolas caerían como fruta madura si lograba tomar la plaza, o al menos eso esperaba Vernon. Si lograba su objetivo, un desembarco inglés en Panamá abriría también la opción de atacar Cartagena de Indias por la espalda. Pero finalmente los dos marinos ingleses fracasaron (Sancho Gómez, 2003).

A Lezo se le ocurre la audaz idea de sacar a los hombres del fuerte para que se atrincheren en el exterior. Se colocan pozos y sacos de arena por todas partes, y la coordinación magistral de los ataques del Fuerte San Felipe con los disparos de Manzanillo y San Sebastián creó un tiroteo de tres puntos que hizo que Vernon retirara el apoyo de su escuadrón de los ataques terrestres. Receloso de arriesgar sus ya muy castigados barcos (entre diez y doce de sus grandes unidades estaban fuera de combate o ingobernables, con los numerosos destrozos), el Almirante se negó en rotundo a secundar con fuego naval los asaltos directos contra el enorme San Felipe, recibiendo las quejas de sus subordinados, especialmente de los comandantes de las fuerzas de tierra. A pesar de una gran desproporción, los defensores resistieron todos los ataques, y cuando la infantería británica y los virginianos flaquearon, se arriesgó a a dar un fuerte ataque, reforzado al máximo por Blas de Lezo, que echó todo lo que quedaba a la batalla hasta los últimos hombres. En desventaja de cuatro contra uno la carga a la bayoneta española es un éxito rotundo, barriendo las posiciones enemigas ya al límite de la resistencia. No quedó más remedio al mando inglés que ordenar la retirada, que se convierte en una desbandada mientras todo el ejército británico es presa del desánimo y el caos. El calor, el hambre y las enfermedades harán el resto. El calor, el hambre y las enfermedades se encargan del resto. “Una epidemia se cebará terriblemente con las fuerzas invasoras, cuyas pérdidas totales rondarán los 6000 – 8000 hombres. Con la flota muy maltrecha y la capacidad de resistencia quebrantada, Vernon ordenará el repliegue, furioso y despechado ( God Damn you, Lezo!), dejando a miles de hombres a su suerte; los prisioneros serán numerosos. Lamentablemente, sin tiempo apenas para dar gracias o celebrar su victoria, Blas de Lezo morirá poco después, víctima a su vez de la epidemia de peste” (Sancho Gómez, 2003).

Referencias

de la Morena, R. (24 de Abril de 2022). La HISTORIA REAL del MARINO ESPAÑOL que defendió CARTAGENA DE INDIAS ante INGLATERRA. Obtenido de https://www.youtube.com/watch?v=JyC45fe-DFc

Razon, L. (21 de Enero de 2022). La Razón. Obtenido de https://www.larazon.es/cultura/historia/20220121/ygxeiyjmxrby7bk2sanbh6sybi.html

Sancho Gómez, M. P. (2003). Blas De Lezo y Cartagena de Indias: Una perspectiva desde el Siglo XXI. Nº10 Año VII, 75-94. Obtenido de http://dx.doi.org/10.15198/seeci.2003.10.75-94

Saravia, G. M. (9 de Setiembre de 2018). Real Academia de la historia. Obtenido de https://dbe.rah.es/biografias/43231/blas-de-lezo-y-olavarrieta